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Actualizado: 10 de junio de 2025
No hicieron el viaje juntos, por último escrúpulo de casado en una línea donde era muy conocido; pero al salir de la estación subieron en el brec de la casa. Cuando Nébel quedaba solo en el ingenio, no guardaba a su servicio doméstico más que a una vieja india, pues a más de su propia frugalidad su mujer se llevaba consigo toda la servidumbre.
Ello mucho debió de ser, pero no debía obligar a restitución, porque el ama confesaba y comulgaba de ocho a ocho días y nunca la vi rastro de imaginación de volver nada ni hacer escrúpulo, con ser, como digo, una santa. Traía un rosario al cuello siempre, tan grande, que era más barato llevar un haz de leña a cuestas.
Ahora bien: ¿hubiera tenido Condillac ningun escrúpulo sensualista, en admitir la síntesis de la imaginacion, las relaciones de todas las intuiciones sensibles á la unidad de la apercepcion, y por fin la variedad de funciones lógicas para clasificar y comparar las intuiciones sensibles?
Crecia esta pasion en el regazo de la inocencia, abandonándose Astarte sin escrúpulo ni rezelo al gusto de ver y de oir á un hombre amado de su esposo y del reyno entero. Alababásele sin cesar al rey, hablaba de él con sus damas, que ponderaban mas aun sus prendas, y iodo así ahondaba en su pecho la flecha que no sentia.
El duque esperó ocho años en un pequeño departamento del palacio de Sanglié, encima de las caballerizas. Sus antiguos amigos, desde que conocieron su situación, le ayudaron con su bolsa y con su crédito. Tomó prestado sin escrúpulo, como hombre que había hecho préstamos sin recibo. Se le ofrecieron muchos empleos, todos decorosos.
Da entero crédito a cuanto te diga; óyele y atiéndele; y acepta y recibe sin el menor escrúpulo lo que te ofrezca y entregue». Que pase adelante ese caballero dijo doña Luz. Juana fue a buscarle, y D. Gregorio entró en la salita en que doña Luz estaba.
Los administradores y los curas, no ocupándose mas que de sus intereses particulares, abandonan todos sus derechos de autoridad á estos orgullosos caciques, que no tienen el menor escrúpulo en abusar de ella á su antojo; y como hoy en dia ni la religion, ni las costumbres severas de los Jesuitas ponen freno á sus desarreglos, beben continuamente la chicha de maiz hasta embriagarse, administrando entónces la justicia segun sus caprichos.
Cuando los cofrades, obligados al silencio bajo pena de pecado, marchaban solos en la procesión, estos impíos, a quienes el vino quitaba todo escrúpulo moral, colocábanse junto a ellos, murmurando en sus oídos las más atroces injurias contra sus incógnitas personas y contra sus familias, que no conocían.
¡No lo haga usted! exclamó y después prosiguió con voz muy apagada: Pues bien, sí... Simón es hijo suyo... Cuando volvió Princetot después de una ausencia de dos meses, yo estaba ya casi segura de mi embarazo, y hasta me alegraba de ello, tan hundida en el pecado vivía entonces, de tal modo me había usted conturbado el espíritu; estaba contenta además de que mi hijo fuese también hijo de usted... El amor me había endurecido la conciencia, y sin escrúpulo ninguno procuré engañar a mi marido.
Sí, sí: la comida es tuya... pero... verás lo que debes hacer... te llegas al portal a la hora que yo te fije, y mi prima Hilaria te la bajará y te la dará... acercándose a ti lo menos que pueda... Ya comprendes... cada una tiene su escrúpulo... No todos los estómagos son como el tuyo, Nina, a prueba de bomba... con que... Comprendo... señora Juliana. Quédese con Dios».
Palabra del Dia
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