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Actualizado: 21 de julio de 2025
Á los postres acudieron las anécdotas, los sucedidos, los apropósitos, la chismografía de buen género y todo el vocabulario de gente joven y de buen humor. Con las superfluidades y dicharachos del momento vino el picaresco cuento con sus indispensables gallegos y andaluces, y tras la facundia de estos y el engaño de aquellos, se recordaron escenas amorosas.
Al atravesar un campo situado a la salida de la población, me dijo mi padre: «Este es el sitio donde se ajusticiaba a los reos de muerte.» Sentí un temblor igual al que corrió por mi cuerpo cuando vi al hombre del cajón verde. ¡Dios mío, qué lejos estaba en aquel momento mi corazón de estas escenas de horror!
Este tal le sorbió los sesos a una pobre mujer, viuda de un platero y se casó con ella. Cada uno por su estilo, aquella pareja valía un imperio. Todo el santo día estaban riñendo, de pico se entiende... ¡Y qué tienda, hija, qué desorden, qué escenas! Primero se emborrachaba él solo, después los dos a turno.
Las mismas escenas se repetian, como es sabido, en un espacio de mas de trescientas leguas, sin que nadie faltase á las cinco oraciones al dia que manda Mahoma.
Cuanto sucede después hasta que termina la novela me parece todavía menos meditado, y escrito más depriesa que el resto. Y es lástima, porque tal vez las mejores escenas se hallan al fin de la obra.
Por otra parte, tenía el espíritu tan henchido de sentimientos nebulosos y filigranas espirituales, que no es maravilla si á los pocos minutos de vagar por las calles se olvidase enteramente de la escena vergonzosa en que acababa de jugar papel tan desairado. ¡Ay! Otras escenas más lejanas se le representaron inmediatamente con mayor energía!
En las escenas más apasionadas, cuando se espera oir el lenguaje sencillo del sentimiento, nos choca con frecuencia lo rebuscado de su expresión. Es muy singular que Calderón, cuyo celo por el catolicismo lo ciega casi siempre contra todos sus adversarios, atribuya aquí á los moriscos todo linaje de virtudes nobles y heróicas, haciendo más interesantes á los vencidos que á los vencedores.
Al intentarse que en una casa se verifique un tapatan nang pasion, acuden por la noche frente á ella varios individuos vestidos de judíos, según ellos dicen y simulan alguna de las escenas de la semana del dolor.
Muchas veces he visto tildadas de inverosímiles escenas ó sucesos que no he hecho más que trasladar de la realidad. En cambio nadie ha encontrado inverosímiles aquellos que he inventado.
Y no solamente fué espectador humilde de estas escenas, sino que, dejando suelta la rienda á su fantasía desocupada, se puso á tejer novelas análogas de las cuales siempre resultaba él el héroe ó protagonista.
Palabra del Dia
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