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Actualizado: 8 de junio de 2025


Lo único que pareció molestarle, fue que a raíz de la proclamación de la República, los entusiastas del doctor quisieran enviarle diputado a la Constituyente del 73. ¡Diputado aquel loco, cuando él, el amigo y agente de tantos ministros moderados, no había osado nunca pensar en el cargo por el respeto casi supersticioso que le inspiraba! ¡Aquello era el fin del mundo!...

Unos ratos esta idea hacía presa en su pensamiento, otros momentos se esperanzaba con la posibilidad de reconquistarle. Era forzoso seguir en el teatro. Estaba una noche sentada en su cuarto, después de concluida la última obra en que cantaba, cuando entró a saludarla uno de sus más entusiastas galanteadores, hijo de una rica familia comercial de Santurroriaga.

Y los entusiastas del ídolo, los más vehementes y brutales, que admiraban su audacia a impulsos del propio carácter, indignábanse, con la cólera del creyente que ve puestos en duda los milagros de su santo. Cortábase la atención del público con incidentes obscuros que agitaban las gradas.

Se le ha separado de la serie de sus predecesores y coetáneos, presentándolo solitario, para alabarlo con frases entusiastas, como lo más divino que ha producido la literatura española, y casi se desprende de los elocuentes encomios de su inspirado admirador , que los demás poetas dramáticos castellanos, fuera de él, del elegido, apenas merecen el trabajo de ser conocidos y estudiados.

Fueron entrando en el comedor amigos entusiastas que antes de ir a almorzar a sus casas deseaban ver al diestro. Eran viejos aficionados, ansiosos de figurar en una bandería y tener un ídolo, que habían hecho del joven Gallardo «su matador» y le daban sabios consejos, recordando a cada paso su antigua adoración por Lagartijo o por Frascuelo.

Déjase correr él que lo ha notado, porque le tiene cuenta la equivocación para sus fines mercantiles, y comienza el asedio de preguntas de aquellos admiradores entusiastas del perínclito francés. «Pero, vamos a ver llegan a preguntarle , ¿cómo puede un hombre ponerse cara a cara con un león y atreverse a soltarle un tiro?» A lo que responde muy sosegadamente el peletero: «De la manera más sencilla. ¿No se han visto ustedes alguna vez cara a cara con una liebre?

Todos pensaban lo mismo, lanzando terribles ojeadas a los entusiastas: «Pero ¿cuándo se marcharán estos tíos «lateros»? ¡Mardita sea su arma!...»

El trono quedó vacante, no habiendo quien lo codiciase por miedo a las consecuencias; lo que ocasionó el desprestigio de la tribu y dió preponderancia a las otras cofradías, partidarias entusiastas del Rey del Monte, título con que era conocido el negro hijo de mama Salomé, capitán de la falange maldita.

Y los que iban á partir en la misma noche ó al día siguiente se mostraban los más entusiastas y animosos: «Ya que nos buscan, nos encontrarán. ¡Viva FranciaEl Canto de partida, himno de marcha de los voluntarios de la primera República, había sido exhumado por el instinto del pueblo, que pide su voz al arte en los momentos críticos.

En esta continua correría de un público a otro, adorado por los entusiastas, que ansiaban hacerle grata la vida en la población, conocía mujeres y asistía a juergas organizadas en su honor. De estas fiestas salía siempre con el pensamiento turbado por el vino y una tristeza feroz que le hacía intratable. Sentía crueles deseos de maltratar a las hembras.

Palabra del Dia

rigoleto

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