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Actualizado: 21 de julio de 2025


Y colocado ya el asunto en esta pendiente, y rodando las cosas por su propio peso, un día, a fin de entretener mejor los largos intervalos entre fiesta y fiesta, los amables y agradecidos marqueses de Montálvez hicieron saber a sus íntimos que todos los jueves se quedaban en casa. Y se quedaron en ella todos los jueves, conforme a lo prometido.

Y no sería bastante disculpa desto decir que el principal intento que las repúblicas bien ordenadas tienen, permitiendo que se hagan públicas comedias, es para entretener la comunidad con alguna honesta recreación, y divertirla a veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues éste se consigue con cualquier comedia, buena o mala, no hay para qué poner leyes, ni estrechar a los que las componen y representan a que las hagan como debían hacerse, pues, como he dicho, con cualquiera se consigue lo que con ellas se pretende.

Cuando el criado le echaba por fin sobre los hombros el capotillo de negro terciopelo atrencillado, una dueña vino a decirle que Beatriz subía las escaleras, y que, no estando ataviada aún doña Guiomar, era necesario entretener a la visita. ¡Ah! ¡cómo viene hacia ! exclamó Ramiro para su coleto; y dando un último toque a sus cabellos, salió de la estancia.

Don Cleofás le respondió: En ninguna parte nos podemos entretener tanto: entremos norabuena.

Siempre sucedía lo mismo, cuando faltaba el niño; era él el alma, la luz, el calor y la alegría de la casa, y sabía con su picante charla entretener a los viejos, que babeaban, escuchándole; ¡qué de cosas refería, qué ideas las suyas y qué pico de oro aquél!

Acaeció, pues, que un día, estando en un terrado de nuestra prisión con otros tres compañeros, haciendo pruebas de saltar con las cadenas, por entretener el tiempo, estando solos, porque todos los demás cristianos habían salido a trabajar, alcé acaso los ojos y vi que por aquellas cerradas ventanillas que he dicho parecía una caña, y al remate della puesto un lienzo atado, y la caña se estaba blandeando y moviéndose, casi como si hiciera señas que llegásemos a tomarla.

¡No vullcno vullc! contestaba «Flor de almendro», agitándose entre los brazos de sus compañeras. Y tan sincera era su resistencia, que al fin intervinieron las mujeres viejas, defendiéndola. «¡Dejad a la atlota! Margalida había venido para divertirse y no para entretener a los demás. ¿Creían empresa fácil sacarse de la cabeza repentinamente una contestación en verso?...»

Iba cantando seguidillas, para entretener el trabajo del camino. Cuando llegaron a él, acababa de cantar una, que el primo tomó de memoria, que dicen que decía: A la guerra me lleva mi necesidad; si tuviera dineros, no fuera, en verdad. El primero que le habló fue don Quijote, diciéndole: -Muy a la ligera camina vuesa merced, señor galán. Y ¿adónde bueno? Sepamos, si es que gusta decirlo.

¿Apostamos dijo para Quevedo á que el rey se está vengando de por lo de esta mañana? pues aguarda. Yo creo, señor dijo en voz alta , que me habéis llamado para entretener la vela; es decir, que me usáis como á libro malo que sólo se busca para llamar al sueño: si quiere vuestra majestad, convertiréme en libro, y contaré á vuestra majestad un cuento.

Su fiera devoción española estaba acostumbrada al desprecio de las ciencias profanas. No había en el mundo más que una sabiduría verdadera: la teología; las demás ciencias eran juegos, buenos cuando más para entretener la eterna infancia de la humanidad. Conocer a Dios y medir la grandeza de su poder era lo único serio a que podían dedicarse los hombres.

Palabra del Dia

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