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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Al pie de un decreto de la Junta de Representantes de Mendoza, en que se permitía circular en la provincia papel moneda de Buenos Aires, Facundo Quiroga hizo publicar la siguiente posdata, que tiene todos los caracteres de sus anteriores proclamas: la jactancia, el enredo de la frase y su prurito de aterrar.
El argumento de sus comedias es, por lo general, menos complicado que las de Calderón, y su enredo no movido por tanto resorte; pero con medios más sencillos sabe inspirar no menos interés desde el principio hasta el fin.
La comedia de enredo, á que nos referimos antes, ingeniosa y delicada, fué utilizada por Scribe en el texto de su ópera Le domino noir. Como lírico, como dramático y narrador, goza ahora D. José Zorrilla de tal crédito, que amenaza obscurecer el de la mayor parte de sus contemporáneos.
Don Diego y yo nos vimos tan al cabo que, ya que para comer al cabo de un mes no hallábamos remedio, le buscamos para no levantarnos de mañana; y así, trazamos de decir que teníamos algún mal. No osamos decir calentura, porque no la teniendo era fácil de conocer el enredo. Dolor de cabeza u muelas era poco estorbo.
No era un enredo vulgar para satisfacción del sexo: era una pasión que endulzaba el ocaso de su madurez y le hacía soñar y sentir á los cincuenta años, con una intensidad que le retrogradaba á la juventud. Y con arrobamientos de adolescente, recreándose en el relato, recordó toda la novela de su amor.
No, Rosa no sabía otro, o no quería contarlo: gustaba más de oír los suyos, llenos de enredo y movimiento. Como la alegría de la joven era constante, y ninguna sombra alteraba la serenidad de su rostro ni la paz de aquellos largos y sabrosos coloquios, Andrés había llegado casi a olvidar, en su egoísmo, la triste situación en que se hallaba la pobre niña dentro de casa.
Julia se asusta al principio de su aparición, tomándolo por un fantasma, hasta que le refiere la historia de su salvación, pasando después juntos horas muy felices; para el Duque, no obstante, es siempre un muerto, asombrándolo con sus apariciones, hasta que, en virtud de otros sucesos del enredo, se llega á su desenlace, descubriéndose todo y casándose seguro con Julia, con el beneplácito del Duque.
Cuando años más tarde, dice a su amigo don Francisco Sosa que en el plan de sus relatos no entra por mucho el enredo, y que para él «la novela es historia», adivinamos que ha adoptado una idea de los Goncourt presentida ya en América por don Ricardo Palma.
Habéis estado en la isla toda la noche; esa mujer cantaba sus cosas como una loca... Pero ¡rediós! ¿es que no hay casas en el mundo? ¿es que os divertís así más, paseando a cielo abierto vuestro enredo para que todo Cristo se entere?
Pero apenas ha entrado en ella y hablado algunas palabras con su protegida, cuando lo sorprende Elvira, á quien su conducta ha infundido recelos y sospechas; la última, al ver á la otra dama, siente y expresa los celos más vivos, y excita en el mismo grado los de Isabel. El acto primero termina con este enredo, que parece más complicado aún por otros incidentes que omitimos.
Palabra del Dia
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