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Actualizado: 29 de junio de 2025
Los tertulianos todos al escuchar los pasos acudieron en tropel a los balcones y vieron, con sorpresa, desfilar por delante de la casa dos compañías de soldados que cruzaron la plaza y se perdieron en las encrucijadas de la villa. Los amigos de don Mariano se miraron con sorpresa. ¿Qué vendrá a hacer esta tropa a tales horas? preguntó una señora.
Por las calles y encrucijadas de esta urbe flotante que descansaba sobre sus anclas pasaban y repasaban, diminutos y movedizos como insectos acuáticos, botes y lanchas de diversos colores, con penachos de humo, velas izadas, o moviéndose solos, sin un propulsor visible. Comenzaron a verse fragmentos de la gran ciudad.
Y aceptaba una copa, y luego otra, y al poco rato todo el ejército movíase con las filas incompletas, sembrando el camino de rezagados que se retardaban en las tabernas del tránsito. Marchaba la procesión con una lentitud tradicional, deteniéndose horas enteras en las encrucijadas. No apremiaba el tiempo.
27 Caminos del sepulcro son su casa, que descienden a las cámaras de la muerte. 1 ¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia? 2 En los altos cabezos, junto al camino, a las encrucijadas de las veredas se para; 3 en el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces: 6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas.
El anciano Hales vive siempre en las Encrucijadas de Owston, y hace poco que vino a Londres, acompañado de su esposa, a hacernos una larga visita. En cuanto al secreto del cardenal, hasta hoy no se ha traslucido nada, el público no lo conoce, pues está demasiado bien guardado por nosotros.
Cuando las sombras de la noche se extendían sobre Sevilla en aquellos tiempos de la Inquisición y de los monarcas absolutos, era preciso ser hombre de más de mediano valor para atreverse á recorrer solo las calles, la mayoría de las cuales eran estrechas, tortuosas y en las que abundaban las lóbregas travesías, las encrucijadas sombrías y los rincones misteriosos y los pesados arquillos de feísimo aspecto.
19 Estas dos cosas te han acaecido, ¿quién se dolerá de ti? Asolamiento, y quebrantamiento: hambre y espada. ¿Quién te consolará? 20 Tus hijos desmayaron, estuvieron tendidos en las encrucijadas de todos los caminos, como buey montés en la red, llenos del furor del SE
El teatro de Tirso se puede comparar á esos países maravillosos que describen los poetas románticos, en donde las brisas más perfumadas y la música más atractiva encadenan el corazón y los sentidos del caminante; en donde millares de sendas que se cruzan, le llevan ya á jardines soberbios, ya á valles risueños, ya á abismos insondables que dan vértigos, al lado de altísimas montañas que se pierden en las nubes; en donde se oyen las voces burlonas de los duendes que salen de las cavernas, y vuelan los genios por el aire, y en donde el brillante cielo de la poesía ilumina con su luz seductora hasta las encrucijadas engañosas y las sendas no holladas.
Ya las sombras de la tarde iban convirtiéndose en profunda obscuridad, y el fuerte viento me cortaba las carnes como cuchillo al pasar las encrucijadas que hay a media milla de la aldea de Helpstone, cuando de repente surgió de junto del alto seto de acebos la figura de un hombre corpulento, y una voz profunda exclamó: Disculpe, señor, pero soy un forastero en estos lugares, y tengo a mi hija desmayada. ¿Hay por aquí cerca alguna casa?
Pisaba fuerte, estaba fuera de sí, violento y arisco.... Llévame a su cuarto..., ¡pronto! le dijo a la moza. Fué la mujer delante, guiando por difíciles encrucijadas, y al llegar a una puerta en un rincón, dijo: Aquí es. Entró el médico sin llamar; estaba el cuarto envuelto en la media luz del atardecer, y él fuése derecho a la cama y, se inclinó sobre el cuerpo inerte de Carmencita.
Palabra del Dia
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