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Actualizado: 18 de junio de 2025
Roseta se mostraba tranquila: había conocido á su compañero apenas la saludó. Era Tonet, el nieto del tío Tomba, el pastor: un buen muchacho, que servía de criado al carnicero de Alboraya, y de quien se burlaban las hilanderas al encontrarle en el camino, complaciéndose en ver cómo enrojecía, volviendo la cara, á la menor palabra.
Argensola lo reconoció al pasar junto á un farol: «El amigo Tchernoff.» El ruso, al devolver el saludo, dejó escapar del fondo de su barba un ligero olor de vino. Sin invitación alguna arregló su paso al de ellos, siguiéndoles hacia el Arco de Triunfo. Julio sólo había cruzado silenciosos saludos con este amigo de Argensola al encontrarle en el zaguán de la casa.
Mis ojos le veian en un tiempo feliz, yo no sé donde; pero siempre encontrarle ellos sabian... ¡Hoy no le encuentro ya! ¿Dónde se esconde? Suave el dorado virginal cabello, puros y azules los rasgados ojos, blanca la tez, enrojecido el labio, lánguido el talle. ¡Cuántas bellezas por mi mal nacidas! ¡Cuántos tesoros, para mí vedados! Tiemblo, mujer, al recordarte ausente, tiemblo y suspiro.
Cuando el sobrino quisiera encontrarle, ya sabía dónde: siempre en su «farmacia». Le tenía ley al Rastro y sus alrededores, y eso que el barrio, con todo su comercio, era igual a aquellas casuchas de Tetuán de donde procedía la familia. Traperos todos: unos de burro y carro, otros con casa abierta, pero viviendo por igual de los desperdicios de la villa.
Si Cordero, en vez de retroceder hacia la Merced y calle de Carretas con ánimo de encontrarle, hubiera seguido hacia San Millán y la calle de los Estudios, le habría de seguro hallado. Estaba frente a una puerta de la citada calle, con la vista fija en un hombre y en un caldero, en una mesilla forrada de latón, en un enorme perol de masa y en un gancho.
Eso es lo que no podemos saber; pero me parece que el babirussa huyó hacia el Sur. Caminando, pues, hacia el Norte, nos cruzaremos, más o menos lejos, con el Capitán. ¿Y si está buscándonos y se ha dirigido al Oeste? En tal caso trataremos de llegar a la orilla del Durga. Sabemos que se dirige allí, y tendremos que encontrarle.
No encontró allí a Balarán y salió en su busca, a fin de vencerle y de vencer su ejército. Internado Balarán en la selva, Babur hubiera tardado en encontrarle o no le hubiera encontrado, si Tiburcio, acertando a presentarse ante él, no se hubiera ofrecido a servirle y no le hubiera servido de guía.
El otro día me alegré de encontrarle: fué una aparición del pasado.
¿Qué Nanín? preguntó Aldama por cuyos ojos pasó una nube. ¿Qué Nanín ha de ser? El marquesito del Lago. Me ha dicho que los ha visto en su casa y que había sentido mucho no encontrarle a usted. La impresión que Tristán sintió con estas palabras fue tan violenta, que un golpe en la cabeza no le hubiera dejado más aturdido y paralizado. Sólo pudo exclamar con forzada y estúpida sonrisa: «¡Ah!»
El amor maternal es de tal modo innato en las mujeres, que se desarrolla en ellas mucho antes que el matrimonio. Por eso se ve a niñas de dos años ofrecer el pecho a sus muñecas. El marqués de los Montes de Hierro era la muñeca de Germana. Se olvidaba de sí misma para ocuparse de su hijo. Había acabado por encontrarle hermoso, lo que prueba que tenía un verdadero corazón de madre.
Palabra del Dia
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