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He aquí por qué al embarcarme el de febrero de 1858, en el puerto de las Bodegas de Honda, á bordo de un champan que debía conducirme al vapor Bogotá, estacionado siete leguas mas abajo, sentí mi corazón oprimido y preocupada mi imaginación. Por primera vez iba á alejarme de mi patria por algunos años,... talvez para siempre!

Ese portento de hermosura habrá caído en las redes de otra persona, que no en las mías. Yo lo que me digo exclamó D. Pedro con atronadora voz y basta. Denme licencia para retirarme, que avanza la hora y esta tarde he de embarcarme con la expedición que va al Condado de Niebla a operar contra los franceses. La ociosidad me enfada y deseo hacer algo en bien de la patria oprimida.

Uno de ellos, caballero colombiano, perfectamente culto y cortés, como todos los que he encontrado en mi camino, me preguntó, inquieto, si yo tenía noticia de lo que era la navegación del Magdalena, y como, en caso afirmativo, había cometido la chambonada de embarcarme en el Antioquía. «Porque ha de saber usted prosiguió que cada uno de los vapores que recorren el río, desde Barranquilla a Honda, tiene su reputación particular, sus condiciones propias, perfectamente conocidas de todo el mundo.

No resisto á la tentacion de contarla, porque ella manifiesta uno de los rasgos característicos del pueblo inglés, tan prosáico y excéntrico al mismo tiempo. Pocas horas antes de embarcarme en Marsella, llegó al hotel donde yo estaba un caballero inglés muy serióte, de porte distinguido y con toda la filiacion de un turista ó aficionado á viajes.

Con mis buenos oficios no puede contarse en este caso, vizcondesa; con los de usted, ... Dicho se está que estoy enteramente a la disposición de usted y de la señorita de Sardonne... pero siendo Fabrice invitado mío, estoy seguro que usted se abstendría de pedirle cosa que podía tener los visos todos de una semi-imposición... mientras que si usted misma le presentase el memorial, ya eso tiene otra forma... Mire usted... precisamente iba a embarcarme para ir a buscarlo... Está sacando un croquis al pie de la cascada, allá abajo... ¿Quiere usted venir conmigo?

Después añade: Una vez tuve yo que hacer un viaje... un viaje largo, ¿eh?... era el día 20 y tenía que embarcarme en Barcelona el 21... el 21, ¿eh?... y yo estaba en Madrid. Don Víctor hace otra pausa.

En el viaje que yo fuí de grumete naufragaron una porción de barcos, y más de cincuenta hombres de aquella costa se ahogaron. No había para porvenir de ninguna clase en el país; no tenía dinero, y antes de que viniese la odiosa quinta, decidí ir a Brest o a Saint-Malô, con intención de pasar a Inglaterra y embarcarme para América.

¡Mi querida Mina! ¡Qué casualidad encontrarnos!... Vengo de Nueva York, para embarcarme en San Francisco. Voy al Congo.... Y ruborizándose por este absurdo rodeo geográfico, se apresuró á añadir: Quiero cazar donde no cazó el coronel Roosevelt. Voy á correr los países que él no visitó nunca.

Hallé asimismo que el dicho Duque de Medina había mandado levantar gente en Sicilia y Calabria, y paresciéndome quél estaba ya determinado hacerla y que lo mucho que se había gastado y los preparamientos que estaban hechos forzaban á que se prosiguiese en ella, y que para aceptarla y que hubiese buen efecto convenía llevar más gente vieja y plática de la que entonces veía, que era sola la de Lombardía y tres ó cuatro compañías de la de Sicilia y muy poca de la de Nápoles, aprobé la orden que el dicho Duque me había enviado de levantar y traer con la infantería española de Lombardía la alemana y italiana, y con esta determinación y orden volví á embarcarme y fuí á Nápoles y Génova, y de allí pasé á Milán, donde hallé que ya el Duque de Sessa le había llegado nueva orden de V. M. para que diese los dos mil é quinientos infantes, y en el medio que los pagaban, yo hice levantar tres mil italianos y setecientos alemanes en tres banderas, y con ella y la española fuí á Génova, donde, así porque no estaban adrezadas las naves en que habían de pasar los alemanes é italianos, como por contrarios tiempos, me detuve diez y ocho días.