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Actualizado: 23 de julio de 2025


Julián se apresuraba a replicar, sin meterse en honduras fisiológicas: La casta de los señores de Pardo es muy saludable, gracias a Dios.... Una noche cambiaron de sesgo las confidencias, entrando en terreno sumamente embarazoso para Julián, siempre temeroso de que cualquier desliz de su lengua desbaratase los proyectos del señorito, y le echase a él sobre la conciencia responsabilidad gravísima.

Este pasaje manifiesta todo lo embarazoso de la posicion del filósofo aleman, y las consecuencias irreligiosas que se achacan á sus doctrinas; es consolador el verle tributar un cierto homenaje á la verdad, pero aflige el notar que todavía pretende salvar su inconsecuencia. No se concibe cómo Mr.

Esta orden servil estaba tan fuera de la medida de las que acostumbraba dirigirme y de las que puede creérseme dispuesto á sufrir, que la atención y la curiosidad de los más indiferentes se despertó al instante. Hubo un embarazoso silencio: el señor de Bevallan arrojó una mirada de asombro sobre la señorita Margarita; luego me miró, tomó un aire grave y se levantó.

Se puso el sombrero, que se le había caído, bebió una caña de manzanilla, y acto continuo se despidió, sonriendo, de sus amigos: A la paz de Dios, señores. De aquí a luego. Así que salió reinó un silencio embarazoso. Los semblantes expresaban mal humor e inquietud, incluso el del conde, quien me dirigió una mirada fría de curiosidad donde creí advertir también cierta conmiseración burlona.

Doña Paula ponía a menudo postdatas en las de Cecilia. Gonzalo replicaba con alguna cuchufleta, mandaba estampitas, caricaturas para Ventura, y se portaba en todo como un miembro de la familia. Pero ahora los tres experimentaban malestar embarazoso. Nuestro joven en su vida había hablado con la señora de Belinchón, y con Cecilia sólo había cruzado las palabras que hemos dicho.

Nos sentamos, y hubo un momento de embarazoso silencio. Esperaba un esclarecimiento inmediato de mi situación definitiva; viendo que era diferido, presumí que no sería de una naturaleza agradable, y esta presunción me era confirmada por las miradas de discreta compasión con que me honraba furtivamente la señora Laubepin.

Después que se hubo desahogado, bajó la cabeza lleno de confusión y vergüenza. D. Bernardo se retiró inmediatamente, y en el comedor hubo unos momentos de silencio embarazoso. Hojeda, para templar el mal efecto de la imprudencia del niño, se apresuró a entablar conversación acerca de la orden de San Juan, haciendo de ella y de sus miembros calurosos elogios.

Después de una pausa momentánea, añadió desde la oscuridad: Y el corazón me duele. Sucediose un silencio embarazoso. Los hombres se miraron entre y después al fuego.

Hízose el silencio aún más embarazoso y el geniecillo maléfico de la hilaridad comenzó a revolotear en torno de los comensales, como si a todos ocurriese que las plumas arrancadas a Jacobo salían del pellejo de Villamelón.

Este D. Feliciano era el marido que, según se decía en secreto, había roto una pierna al P. Narciso arrojándole por las escaleras. Los circunstantes se miraron con inquietud. Hubo un silencio embarazoso. Consejero soltó la carcajada, y exclamó, poniendo una carta sobre la mesa, como si se refiriese al juego: ¡Anda, vuelva usted por otra!

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