Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de mayo de 2025
En ese instante Lorenzo se retiró de la ventanilla y se acomodó en su asiento; Ricardo hizo lo propio, y Melchor continuó un momento esperando, deliberadamente, que ellos solos iniciaran alguna conversación, como lo hizo Lorenzo, diciendo: Linda mañana, ¿eh? ¡Hola! exclamó Melchor, sentándose a su vez y restregándose efusivamente las manos. ¿Conque ya encontramos algo lindo?
Entre aquellos dos seres buenos se había establecido una corriente de tierna simpatía. Pero la noche avanzaba. Tristán empezó a dar muestras de impaciencia, bostezando, levantándose y poniéndose de bruces sobre el balcón. García entendió al fin y se dispuso a marcharse. Tomó el sombrero, volvió a abrazar efusivamente a Tristán, apretó con el mismo cariño la mano de Clara y salió.
El coronel hubiera entrado con ella, pero le detuvo con un gesto. Vuelva a buscarme dentro de dos horas y tendré hecho mi equipaje dijo tendiéndole la mano y con una semisonrisa en los labios. Asiola el coronel y estrechola efusivamente.
¿Cuánto es esto? dijo Miguel a un mozo, llevando la mano al bolsillo. El dueño del café, que había oído la pregunta, se apresuró a decirle, sujetándole el brazo: Caballero, yo no cobro las limosnas. Miguel no insistió. Dios se lo pagará a V., D. Ramón le dijo Hojeda apretándole efusivamente la mano.
¡Pues bueno! obedezco... me iré mañana... si no hay vapor en nuestros puertos marcharé a tomar uno en Inglaterra... Esta noche le mandaré la carta para Fabrice... se la entregará usted en tiempo oportuno... Adiós, señora... Estrechó efusivamente con sus dos manos la mano de la vizcondesa y se retiró. Dos días después se embarcaba en el Havre con rumbo a los Estados Unidos.
Amigo Amaury repuso Felipe estrechándole francamente la mano, no he pretendido matarte, ni siquiera agujerear el sombrero de tu amigo, percance que yo lamento en el alma. Muy bien, muy bien exclamó satisfecho el conde; así se hace. Desde hoy, a seguir siendo siempre buenos amigos. Se acabaron las rencillas. Los aludidos se estrecharon efusivamente las manos.
En ese momento salía al encuentro de los viajeros el gran capataz de la «Celia», Baldomero Luna, quien al ver a Melchor se dirigió hacia él diciéndole efusivamente: ¡Cuánto bueno por acá! ¿Qué tal, Baldomero? ¡Ahora bien, muy bien! ¿Qué, ha sucedido algo? le preguntó Melchor, mirándole fijamente y conservándole tomadas ambas manos. ¡Si viera!... Pero, ¿qué ha ocurrido?
Palabra del Dia
Otros Mirando