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Pero como esperaba tan poco de él, quedó agradablemente sorprendido al ver que iba saliendo del paso. Se discutía la cuestión social. Mendoza repitió todos los lugares comunes que se encuentran en los manuales de Economía política, manoteando muchísimo, dando cortos paseos por delante de la silla y pronunciando las palabras con un cierto recalcamiento sonoro, de suerte que no se perdía una sílaba.

Por lo demás, el socialismo, salvo que hasta hoy no es más que un conato, un desideratum, una aspiración, es, según algunos, esto es, será con respecto a la empírica y pedestre Economía Política, lo que son las matemáticas sublimes con respecto a las cuatro reglas de la Aritmética.

La limosna no bastaba ni con mucho; en vano se privaba ella hasta de su ordinario alimento, para disimular en casa la escasez; en vano iba con las alpargatas rotas, magullándose los pies. La economía, la sordidez misma, eran ineficaces: no había más remedio que sucumbir y caer diciendo: «Llegué hasta donde pude: lo demás hágalo Dios, si quiere».

Yo empleo mi capital honradamente, y ayudo al empresario, al trabajador; soy uno de los agentes de la industria y recojo la natural ganancia.... Estas son habas contadas; y si estos curas de misa y olla que ahora se usan, supieran algo de algo, sabrían que la Economía política me autoriza para cobrar el anticipo, el riesgo y, cuando hay caso, la prima del seguro....

Si quieres entrar en una vida de orden, economía y trabajo, aquí me tienes para ayudarte. He sido muy tonta. Pero ya veo con claridad lo que me conviene. Si mi pleito marcha adelante, como espero, es preciso que mientras dure, y después y siempre, nadie me tome en lenguas.

Remito al lector a los socialistas, hijos legítimos de los economistas y sus más crueles y acérrimos adversarios. Aun que la Economía Política no tuviese más pecado que el haber criado a sus pechos al socialismo, no podría ser absuelta del todo.

Es indudable lo que dice el catedrático de economía y geografía mercantil en la tienda de Cascos: «La riqueza es una garantía de la independencia de las naciones». Si estos siete mil reales fueran míos, yo afrontaría con menos miedo mi terrible situación.

Economía portuguesa. ¡Qué rápida y curiosa decadencia la de Portugal! La naturaleza parece haber designado a Lisboa para ser la puerta de todo el comercio europeo con la América. Su suelo es admirablemente fértil y sus productos buscados por el mundo entero. En los grandes días, tuvo el sol constantemente sobre sus posesiones. Sus hazañas en Asia fueron útiles a la Inglaterra.

Únicamente cuando viene el señor Mesía.... Oh, es que el señor Mesía... es otra cosa. , es mucho hombre. Muy entendido en Hacienda y eso que llaman Economía política. Yo también creo en la Economía política. Yo no creo, pero respeto mucho la memoria de Flórez Estrada, a quien he conocido. Todo menos disputar; en cuanto asomaba una discusión, se le echaba tierra encima y a callar todos.

Mientras tanto, mi asociado y yo hacemos con gran economía los canales secundarios y las demás arterias que han de fecundar nuestras tierras estériles; y el día en que el dique esté terminado y las aguas lleguen á nuestras tierras... Se detuvo Robledo, sonriendo con modestia.