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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Y de nuevo tornó a maravillarse, porque la sangre entera de Lilí afluyó entonces a su rostro, un temblor nervioso agitó sus manitas, y levantó los ojos hacia su madre, rebosando anhelo comprimido, esperanza dulcísima de oír lo que era sin duda su más ferviente deseo.

Su inocencia me cautivaba en dulcísima cadena, y yo, que la salvé a esta niña del abandono, más por deber de conciencia que por amor de padre, me sometí a su hechizo con una dejación de mismo absoluta y feliz. Ya, desde entonces, sólo salí de Luzmela por precisión y muy pocas veces.

Insufla en los pulmones vida nueva, acelera la sangre y comunica a las almas dulcísima alegría. ¡Cómo suspiré, durante diez años, en las soledades del Colegio, por aquellos sitios y por aquel espectáculo! ¡Cómo, mil y mil veces, a la hora de la siesta, desde el balconcillo del dormitorio, ante la colina poblada de cactos, cansada de las arideces del Valle de México, soñé despierto con la húmeda belleza de la tierra natal!

El Magistral recordó la dulcísima hipótesis que había acariciado algún día... y ahora se oponía esta otra que le hacía saltar dentro del cajón de celosías: supongamos que sueña con... ese caballero». Salió de la capilla furioso, sin disimularlo apenas.

En vos, Virgen dulcisima Maria, Entre Dios y los hombres medianera, De nuestro mar incierto cierta guia, Virgen, entre las virgenes primera, En vos, Virgen y madre, en vos confia Mi alma, que sin vos en nadie espera, Que me haveis de sacar con vuestras manos De dura servidumbre de paganos.

El piano, en el momento de dar comienzo la presente historia, preludiaba con sonidos vibrantes el allegro apasionado de la Traviata «gran Dio, morir si giovine». Terminado el preludio, empezó un acompañamiento suave y discreto. La ansiedad era grande. Al fin, sobre el acompañamiento se alzó una voz clara y dulcísima que sonó en toda la plaza como eco del cielo.

Replicaban los maldicientes que el gasto no pasaba de ser un medio indirecto de favorecer a los dos hermanos, y que no en cera insípida, sino en miel dulcísima, estaban fundadas aquellas relaciones. Lo que nadie podía negar era la piedad, el fervor, la devoción de Casilda y Damián.

En la duda, le preguntó con dulcísima afabilidad: ¿Cómo dijo usted porque soy muy flaca de memoria para nombres que se llamaba su padre?

Retiróse el Interés, y hízose adelante la Poesía; la cual, después de haber hecho sus mudanzas como los demás, puestos los ojos en la doncella del castillo, dijo: -En dulcísimos conceptos, la dulcísima Poesía, altos, graves y discretos, señora, el alma te envía envuelta entre mil sonetos.

Descanse usted dijo con dulcísima voz Artegui, hablando blandamente, como se habla a los niños . Apoye usted la cabeza en el almohadón... ¿Quiere usted ..., alguna cosa? ¿Se siente usted mejor? No, descansar, descansar. Así... así... Lucía cerró los ojos, y recostándose en el diván, calló. Artegui la miraba ansioso, dilatadas las pupilas, y estremecido aún de sorpresa y de asombro.

Palabra del Dia

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