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Actualizado: 22 de junio de 2025
En estremo se holgaron el duque y la duquesa de ver cuán bien iba respondiendo a su intención don Quijote, y a esta sazón dijo Sancho: -No querría yo que esta señora dueña pusiese algún tropiezo a la promesa de mi gobierno, porque yo he oído decir a un boticario toledano que hablaba como un silguero que donde interviniesen dueñas no podía suceder cosa buena. ¡Válame Dios, y qué mal estaba con ellas el tal boticario!
La niña, hízole, entonces, disimuladamente, una señal para que siguiese más lejos y, cuando creyó haber burlado la vigilancia de las dueñas, pidiole que pasara a su jardín. Se saludaron como en un estrado y Ramiro no acertó a balbucear uno solo de los ingeniosos conceptos que había ordenado para decirla. Aquel juego se repitió muchas veces.
Cubriéronse, y, sintiendo don Quijote que estaba como había de estar, tentó la clavija, y, apenas hubo puesto los dedos en ella, cuando todas las dueñas y cuantos estaban presentes levantaron las voces, diciendo: ¡Dios te guíe, valeroso caballero! ¡Dios sea contigo, escudero intrépido! ¡Ya, ya vais por esos aires, rompiéndolos con más velocidad que una saeta!
El álbum tiene una virtud singular, por la cual deben apresurarse a hacerse con él todas las elegantes que no lo tengan, si hay alguna a la sazón en Madrid: hemos reparado que todas las dueñas de álbum son hermosas, graciosas, de gran virtud y talento, y amabilísimas: así consta a lo menos de todos estos libros en blanco, conforme van tomando color.
Estas las refieren practicadas nuestros cronistas en la coronación de Doña Maria de Luna, hija del Conde de Luna, esposa de D. Martin, el cual se coronó el 13 de Abril de 1399, y el martes de la semana siguiente principiaron las fiestas de la coronacion de la Reina, concurriendo á la ALJAFERIA los mismos que habian asistido á la coronacion de su marido, é iguálmente varias nobles dueñas y doncellas de la ciudad en gran número, como dice Carbonel.
A esto respondió doña Rodríguez, que se halló presente: -Dueñas tiene mi señora la duquesa en su servicio, que pudieran ser condesas si la fortuna quisiera, pero allá van leyes do quieren reyes; y nadie diga mal de las dueñas, y más de las antiguas y doncellas; que, aunque yo no lo soy, bien se me alcanza y se me trasluce la ventaja que hace una dueña doncella a una dueña viuda; y quien a nosotras trasquiló, las tijeras le quedaron en la mano.
-Mal estáis con las dueñas, Sancho amigo -dijo la duquesa-: mucho os vais tras la opinión del boticario toledano. Pues a fe que no tenéis razón; que dueñas hay en mi casa que pueden ser ejemplo de dueñas, que aquí está mi doña Rodríguez, que no me dejará decir otra cosa.
Pues, aun cuando tiene la tez lisa y el rostro martirizado con mil suertes de menjurjes y mudas, apenas halla quien bien la quiera, ¿qué hará cuando descubra hecho un bosque su rostro? ¡Oh dueñas y compañeras mías, en desdichado punto nacimos, en hora menguada nuestros padres nos engendraron!» Y, diciendo esto, dio muestras de desmayarse.
Más dificultosa apariencia es ésa que esotra dijo uno de los oyentes , porque es imposible que tantas dueñas juntas se hallen.
Don Quijote callaba, y Sancho andaba muerto por ver el rostro de la Trifaldi y de alguna de sus muchas dueñas, pero no fue posible hasta que ellas de su grado y voluntad se descubrieron.
Palabra del Dia
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