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Actualizado: 28 de junio de 2025
Sepa usted, amiga mía, que el acto de apartar a Electra de un mundo en que la cercan y amenazan innumerables bestias malignas, no es despotismo: es amor en la expresión más pura del cariño paternal, que comúnmente lastima para curar. ¿Duda usted de que el fin grande de mi vida, hoy, es el bien de la pobre niña? No lo dudo... No puedo dudarlo.
Remozado ya, elegante y guapo, apasionado y discreto, ¿qué necesidad tenía de joyas para enamorar á Margarita? ¿No deslustraba con esto el carácter de su querida, haciéndola aparecer tan comprada como enamorada? A no dudarlo, el regalo de las joyas afea y empequeñece el principio de aquellos amores. Se ve luego que Margarita, sin que nadie la vigile ni la acompañe, va sola donde quiere.
He aquí lo que me han dicho en el castillo de Valency; ¿por qué no habría de comunicártelo fríamente?... La tal Adela me ha engañado; así, al menos, me lo han dicho. ¡Desgraciado de mí! Es imposible dudarlo, pero tú también buscarías algunos razonamientos para no creerlo.
El artista examinaba atento su última y maravillosa creación para ver si la pintura había sufrido algún rasguño y en tanto Roger manejaba rápidamente los pinceles, hasta dejar bosquejadas las facciones y el torneado cuello de bellísima mujer. ¡Bravo! exclamó el maestro; sois pintor, no hay que dudarlo y podéis llegar á serlo muy bueno. ¡Es la cara de un ángel!
Vea usted, pues, que el nuevo amor no era para la desgraciada señora un motivo de esperanza, sino de desesperación extrema. Vérod había escuchado inmóvil, teniendo todavía apretado entre las manos el diario de la difunta, y no pudo contestar de otro modo que balbuceando, confuso, y casi despavorido: ¿Usted cree?... ¿Cómo dudarlo? Lea usted las páginas siguientes.
No chistar tampoco, ni oponerse en alguna manera, hallándose presente, al menos en espíritu, sentaba mal en algunos de los lances que van referidos. Por todo lo cual, a no dudarlo, el señor deán, con la mucha discreción que le era propia, pudo escribir estos Paralipómenos, sin dar la cara, como si dijéramos.
Si D. Ignacio fuera un poeta inspirado ó un gran filósofo ó un estadista notable, tendrían, á no dudarlo, bastante importancia, sobre todo cuando se tratase de escribir su biografía; pero, desgraciadamente, no sentía ninguna afición á las musas, odiaba á los filósofos, y en cuanto á la política, quedaba reducida su actividad á leer El Tiempo, por lo cual no diremos más de su carácter ni de la influencia que ha ejercido sobre su siglo.
Hay algo, sobre todo en el escritor y en el hombre, que lo hacen inconfundible, único: es su valentía moral. Conocer la verdad, es ya, por cierto, un mérito. Decirla sin reticencias ni eufemismos es de suyo admirable. Pero vivirla, uniendo la idea al hecho, la teoría a la práctica, la prédica a la acción es, a no dudarlo, una heroicidad.
Yo... no señorita; ¿qué he de dudarlo? replicó la criada, volviendo la cara para disimular una sonrisa. Durmiose pronto la infeliz señora de Rubín; pero a la media hora ya estaba despierta y muy excitada. Dorotea, que se quedó junto a ella, la oyó cantando, a media voz y con las manos cruzadas, las coplas místicas de las Micaelas. Un curso de filosofía práctica i
María se apresuró a responder que tendría en ello mucho gusto, y desde entonces empezó a recibir con frecuencia cartas de su tío, dentro de las cuales venían otras para don César, que eran, a no dudarlo, el hilo por donde la conspiración carlista de Nieva se anudaba a las altas esferas de donde partían las órdenes.
Palabra del Dia
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