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Actualizado: 19 de junio de 2025


Yo estaba encarnada como una puesta de sol, y muy contenta, lo confieso, al saber que Máximo me encuentra bonita. ¡Quisiera tanto gustarle! El mal humor de la Marquesa se ha ido disipando poco a poco y ha acabado por convenir en que la presencia de Luciana en su casa es un gran atractivo para los amigos.

No era posible dejar de recordar el tan traído como llevado símil de la luz de la aurora disipando las tinieblas. La madre pensó chochear de alegría. ¡Otra vez, otra vez! exclamaba . ¡Encanto, cielo, cielito, monadita mía, ríete, ríete! Por entonces la sonrisa no se dignó presentarse más. La zopenca del ama negaba el hecho, cosa que enfurecía a la madre.

Si la miraba otra vez, estaba seguro de que no tendría valor para marcharme. Pocos minutos después, la silla de posta rodaba por la carretera. En los primeros momentos, sólo pensé en mis hermanas, en Enriqueta, en mi madre y en la dicha que acababa de abandonar. Pero estas ideas se fueron disipando a medida que desaparecían de mi vista las torres de la Roche-Bernard.

Sin embargo, el aplomo y la franca naturalidad de Romadonga fueron disipando poco a poco su turbación. ¡Era un hombre tan llano, tan jovial y corriente aquel D. Laureano!: le bastaban pocos momentos para inspirar confianza a cualquiera y ganarle el corazón. Como por la mano supo llevar el discurso desde la salud corporal de la joven a las cualidades de su carácter.

Su charla era un gorjeo dulce, insinuante, que me conmovía y refrescaba el corazón; a impulso de ella se fue disipando poco a poco el tropel de pensamientos pérfidos que vagaba por mi cabeza. Sin saber de qué modo, también desaparecieron todos mis temores; me figuraba que aquella niña tenía algún parentesco conmigo, y no hallaba extraordinaria y peligrosa nuestra situación como al principio.

Su charla era un gorjeo dulce, insinuante, que me conmovía y refrescaba el corazón; a impulso de ella se fue disipando poco a poco el tropel de pensamientos pérfidos que vagaba por mi cabeza. Sin saber de qué modo, también desaparecieron todos mis temores; me figuraba que aquella niña tenía algún parentesco conmigo, y no hallaba extraordinaria y peligrosa nuestra situación como al principio.

»Item, que ningún poeta, por necesidad ni amor, pueda ser pastor de cabras ni ovejas, ni de otra res semejante, salvo si fuere tan Hijo Pródigo, que, disipando sus consonantes en cosas ilícitas, quedare sin ninguno sobre qué caer poeta ; mandamos que en tal caso, en pena de su pecado, guarde cochinos. »Item, que ningún poeta sea osado a hablar mal de los otros si no es dos veces en la semana.

Caminaba el joven con las manos en los bolsillos e inclinada meditativamente la cabeza. A solas ya, se iba disipando poco a poco su satisfacción por el triunfo obtenido. El calor y las irritaciones de hacía poco iban dejando lugar a una reflexión más justa y mesurada.

Una cascada de sol, traspasando los vidrios, entraba de sesgo en la estancia. El don rutilante y divino chispeaba en los objetos de plata, en el nácar y el metal de las incrustaciones, en el galón de las colgaduras, cayendo sobre el tapiz como una lluvia de oro de la mitología. Afuera, el resplandor matinal iluminaba las cornisas más altas; y el cielo, sin una nube, iba disipando su niebla.

Si el volumen hubiese sido de una moderna edición Michel Levy, de cubierta amarilla, yo, que no me hallaba perdido en la floresta de una balada alemana, y podía ver desde mi cuarto blanquear a la luz del gas el correaje de la patrulla, hubiera cerrado el libro, disipando así la nerviosa alucinación.

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