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Actualizado: 15 de junio de 2025
Sin embargo, en este sosiego físico y espiritual que disfrutaba todavía su temperamento, excesivamente impresionable, se alarmaba alguna vez. Eran leves y periódicas sacudidas que, por fortuna, duraban poco.
Cierto es que el Provisor le prometió para muy pronto la plaza de Teresina, con todas las ventajas que su amiga disfrutaba e iba a disfrutar; pero de todas suertes a ella se la había engañado; o mejor, se había engañado ella; pero esto no quería reconocerlo la orgullosa rubia.
D. Romualdo vivía sólo. Un hijo que tenía empleado en Málaga se le había muerto hacía cuatro años. Disfrutaba una pequeña renta, suficiente a subvenir a sus cortas necesidades, y no tenía otra ocupación que pescar con caña, ni otro recreo que el de jugar al tresillo. La vida se partía para Consejero entre los anzuelos y los naipes.
Hasta le caían en gracia sus chistes insulsos y era la primera en celebrarlos. Disfrutaba el matrimonio de posición desahogada. Pepe era chalán, y vestía como tal la chaqueta corta, la faja y el sombrero de anchas alas que caracteriza á los hombres de su clase. Paca gastaba ricos mantones de Manila, pendientes de perlas y sortijas de diamantes.
¡Qué placer tan grande es éste! ¡Ay, Nanita, no puedes imaginarte lo que sufre tu madre con el condenado corsé; para mí es como si me cincharan, hija! Se abanicaba con pereza, saboreando el descanso de que disfrutaba.
Sin dificultad probó Cador que pertenecian estas armas á Zadig, el qual por consentimiento unánime fué alzado por rey, con sumo beneplácito de Astarte, que despues de tantas desventuras disfrutaba la satisfaccion de contemplar á su amante digno de ser su esposo á vista del universo. Fuése Itobad á su casa á que le llamaran Su Excelencia.
Un furor ciego le acometió. Borráronse de repente de su imaginación los aplausos de la noche anterior, los elogios del resto de la prensa; borráronse también todas las prosperidades que disfrutaba en este mundo, y en un instante se juzgó el hombre más desgraciado de la tierra.
No consta en verdad que el Conde cristiano en tiempo de Abde-r-rahman I fuese ningun malvado; es de suponer por el contrario, atendida la paz de que entonces disfrutaba aquella Iglesia, que fuese un verdadero protector de sus connaturales en los asuntos cuyo conocimiento le estaba cometido.
Con la precoz viveza de comprensión de los niños cortesanos, no se le ocultaban sus defectos ni el despreciable papel que desempeñaba cerca de ella; pero una adoración ciega y frenética que le hacía soñar noche y día, le tenía fatalmente encadenado. Los malos tratos de su ídolo, eran un aliciente que comunicaba sabor más exquisito a los deleites que disfrutaba.
Y no se hubiese sentido más feliz aunque sus tableros hubieran sido pintados por Rafael o esculpidos por Miguel Ángel. A él no se le ocurría que la realidad como siempre ¡ay! no se parecía al ensueño; no se empeñaba en hacer comparaciones y disfrutaba de su felicidad sin preocupación alguna. Yo he hecho el plano, hijita, y por cierto que he tenido una espléndida idea.
Palabra del Dia
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