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Actualizado: 15 de junio de 2025
No estaba con ella; pero la tía gozaba cierto bienestar, pues disfrutaba de una renta vitalicia que alcanzaba a cien luises. ¿De dónde procedía esa renta? No se sabe. ¿Hablaba de su sobrina? Pronunciaba su nombre de vez en cuando. Pero en seguida quedaba silenciosa, como si temiese hacer traición a algún secreto.
De esos documentos auténticos se desprende, que, en vez de ser así, el pueblo español pasaba una vida de las más tranquilas y disfrutaba de todos los placeres. Además de los enlazados con las fiestas religiosas, había otros muchos en todo el año. Las Carnestolendas, por ejemplo, traían consigo general alegría y bromas numerosas.
En el prólogo dice el poeta, que sólo le han movido á dar sus comedias á la estampa las defectuosas ediciones, que se han hecho de ellas, aunque no se hayan escrito con el propósito de someterlas á la crítica del público, aficionado á la lectura. Cuando Felipe IV ascendió al trono español en 1621, disfrutaba Lope de la más ilimitada autoridad entre el público y los actores.
Hay que hacerle justicia, sin embargo: nunca había atacado las plazas de sus pares, esto es, de los hidalgos de Laviana. Solamente á las del paisanaje llevaba la ruina y devastación. Por eso quizá disfrutaba aún de la luz del sol, tan cara á los mortales. Todos estos señores y los demás que se sentaban á la mesa del capitán compartían las ideas del joven Antero.
Mac Sangley se había invitado a sí mismo y disfrutaba la agradable diversión de asustar a los alumnos más tímidos con las preguntas más vagas y ambiguas, dirigidas en un tono grave e imponente; Melisa se había remontado a la astronomía, y estaba señalando el curso de nuestra manchada bola al través del espacio y llevaba el compás de la música de las esferas describiendo las órbitas entrelazadas de los planetas, cuando Mac Sangley se levantó y dijo con su voz gutural: ¡Melisa!
Fue recibida Benina por la encargada, y por un hombre llamado Prieto, que disfrutaba de toda la confianza de aquella, y llevaba la contabilidad del alquiler diario de camas. No tuvo la anciana más remedio que esperar, pues aquel par de congrios carecían de facultades para resolverle el problema que tan atrozmente la inquietaba.
En sus excursiones nocturnas, cogida del brazo del galán rústico que disfrutaba de su momentáneo apasionamiento, se encontraba con Luis Dupont y su cortejo de gente alegre.
Don Jaime, aunque disfrutaba de las preeminencias y honores que correspondían a su elevada posición, no hacía, sin embargo, un papel muy airoso. Sobre su frente pesaba un estigma fatal, que le había hecho padecer mucho hasta que se fué acostumbrando.
»Se trata del honorable A. Roberto de Calaveras, cautivo hoy de una bellísima hada, viuda, un tiempo sacerdotisa de Thespis, y hasta hace poco, émula de Santa Cecilia, en una de las iglesias más a la moda de San Francisco, donde disfrutaba de un sueldo regular.»
Descollaban en él las nobles y heroicas cualidades que ponían de manifiesto que el nombre distinguido de que disfrutaba, no lo había alcanzado por un mero capricho de la fortuna, sino con toda justicia.
Palabra del Dia
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