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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Con ella, la felicidad y la prosperidad de la casa se afirmaron, y no huyeron más del hogar del infatigable trabajador. Hacía doce años que el señor Aubry disfrutaba de esta dichosa paz cuando encontró a Juan Durand. Se le presentaban de improviso sus propios sufrimientos, en el abandono y la miseria del chico.

El caballero que disfrutaba de esta infeliz distinción se llamaba Galba. Habíase divorciado de su excelente esposa para casar con la sirena de Fiddletown.

Según yo lo esperaba, por antecedentes que tenía adquiridos de mi padre, todo el caudal de mi tío, para un hombre de su modo de vivir, era muy considerable; pero para un Ruiz de Bejos de mis usos y costumbres, ya era cosa muy diferente: mejor dicho, aquel caudal, disfrutado en Tablanca como le disfrutaba mi tío, era una verdadera riqueza; viviendo como yo vivía en Madrid, sin ser manirroto ni mucho menos, me le hubiera comido en pocos años.

Birch presumía que los artificios de la corte de España, empleados para apartarle de Enrique IV, le engañaron; que persona de la embajada de España en París, garantida por la palabra de un Grande que pasaba por allí hacia Flandes, le aseguró, en el caso de renunciar á la pensión que disfrutaba en Francia, que antes de seis meses sería reintegrado en los bienes y honores que había tenido en su país.

Era un joven abogado condiscípulo suyo en el colegio de Santa Bárbara primero, y en la facultad de derecho más tarde. Tenía, con poca diferencia, la misma edad que Amaury. Vivía con desahogo, pues disfrutaba de una renta que podría estimarse en unos diez mil pesos; pero no era, como su compañero, de esclarecido linaje. Se llamaba Felipe Auvray.

Una vida tranquila, retirada, en el interior de las villas, reemplazaba al movimiento y a la animación que había reinado durante la estación. La señora Aubry gustaba mucho del encanto del otoño; disfrutaba entonces, durante algunas semanas, de un verdadero reposo, por lo cual demoraba su regreso hasta los primeros días de noviembre. Esta decisión no era recibida de igual manera por las dos primas.

Dada la reputación que Jacques disfrutaba, era notorio que la puerta de las grandes riquezas quedaba abierta para él, y, en ese caso, podía contar con una pingüe renta para lo sucesivo: quizás era ése el mayor atractivo para una muchacha criada en el lujo y ahora sumida en enojosas privaciones a que le tardaba poner fin.

No era la primera vez que disfrutaba semejante honor. Acordábase perfectamente de haber hecho pasar en su juventud el Starnberg a un oficial.

En aquel instante, cierto caballero que por su riqueza y noble rango disfrutaba en aquellos bastidores de gran predicamento y libertad, llegándose de puntillas á Virginia la cogió por el talle. Ella volvió la cabeza. «Se equivoca usted, caballero exclamó, no soy de la casa

Tan inverosímil fenómeno sólo podía explicarse por una humorada un tanto extravagante, y pensando que sería una broma pasajera esperaron impacientes la noche del sábado. Pero el sábado llegó, y continuó el programa iniciado el jueves; es decir, las atenciones de Antoñita, y el visible favor de que Felipe disfrutaba, y su penosa turbación por esa causa.

Palabra del Dia

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