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Actualizado: 15 de mayo de 2025
A pocos metros de la cabaña, se extendía un inculto cercado que, en los cortos días de felicidad matrimonial del socio de Tennessee, había servido de jardín, pero que, en aquel entonces, disfrutaba de una exuberante vegetación de helechos y hierbas de todas clases.
Decía la Ignacia que Catalina estaba en su casa, en Zaro, desde hacía algunos días. Al principio no había querido oir hablar de Martín, pero ahora le perdonaba y le esperaba. Martín y Bautista se presentaron en Zaro inmediatamente, y los novios se reconciliaron. Se preparó la boda. ¡Qué paz se disfrutaba allí, mientras se mataban en España! La gente trabajaba en el campo.
Compraron con dicho objeto el corral ya mencionado de Burguillos, sito en la calle del Príncipe, y pidieron licencia para alquilarlo, con destino á representaciones teatrales; pero como se oponía á su deseo el anterior privilegio, de que ya disfrutaba la otra cofradía, sólo celebrando un acuerdo con ésta podía alcanzar lo que anhelaba.
Movidos por sus quejas, los obispos de la Paz, del Cuzco, y otros prelados del Perú, las habian transmitido al Rey por medio de Santelices, Gobernador de Potosí, muy inclinado á favor de los naturales, y cuyos sufragios eran de un gran peso por el crédito que disfrutaba en la corte.
D. Ramón de la Cruz escribió centenares de sainetes, que se representaron con general aplauso. Según parece, no tuvo pretensiones de alcanzar fama de autor dramático, no proponiéndose otra cosa, probablemente, que pasar un par de horas divertido, y que participara el auditorio del placer de que él disfrutaba.
Al salir de allí, pensaba en la conveniencia de procurarse pronto una casa de huéspedes decente y no muy cara, apropiada a la pensión que disfrutaba, pues de ningún modo se excedería en sus gastos. A los dormitorios de Bernarda no volvería más, como no fuera a pagarle las siete noches debidas, y a decirle cuatro verdades.
»En España no podían sufrir el bienestar de que disfrutaba; atentaron á su vida enviando dos hombres que se la quitaran, en vista de lo cual, por garantía en lo sucesivo, comisionó el Rey á dos suizos de su guardia personal, que le seguían por la ciudad á las portezuelas de la carroza, y cuidaban de que ninguna persona desconocida tuviera acceso á la casa.
Así fué que en el verano pasado dí con mis cansados huesos en la histórica y hoy muerta ciudad de Alcalá del Río, en lugar de marcharme, como hubiera deseado, a veranear a la costa. Estaba yo en vísperas de contraer matrimonio, y aunque el sueldo que disfrutaba no era corto, no desperdiciaba medio alguno de hacer economías.
Muy joven, y viviendo aún su padre, se dedicó á la carrera eclesiástica, y protegido, á lo que se dice, por don Juan Veitia Linaje, obtuvo un beneficio en la iglesia de Carmona, el cual disfrutaba cuando en 1682 falleció Bartolomé Esteban Murillo, que le nombró en su testamento albacea de sus bienes, en unión de D. Justino de Neve y de D. Pedro Villavicencio.
Sintió que en su corazón nacía un algo que la impulsaba hacia la vida activa, persuadiéndola a que dejase por algún tiempo las dulzuras de la contemplación por los dolores de la lucha, el reposo, por el trabajo, el encanto de la soledad por el tumulto; escuchó, como la esposa del sagrado Cantar, una voz que le decía: «Ábreme, hermana mía, amiga mía, mi paloma, mi inmaculada; porque mi cabeza está llena de rocío y mi cabellera mojada por las gotas de la noche.» Vio claramente que su Jesús padecía por las injusticias de los hombres y que demandaba su concurso, que le pedía una nueva prueba de amor arrancándola al bienestar que disfrutaba y arrojándola en medio de los huracanes del mundo.
Palabra del Dia
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