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Actualizado: 3 de julio de 2025
En esto habían venido a parar aquellas largas disertaciones acerca del amor, el ideal, los presentimientos y otras reconditeces psíquicas que le había oído, aunque sin comprenderlas, cuando iba a comer a casa; en casarse con un elefante.
Oponerse a ellos equivalía a malograr obra hecha. Y los discípulos de Galeno eran los que más contribuían a vigorizar esa opinión, si hemos de dar crédito a muchas tesis o disertaciones médicas, que impresas en Lima, en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de Papeles varios de la Biblioteca Nacional.
Aquel día visitamos la cascada de Queureiels y la de Vernière. Enrique se aproximó con frecuencia a Cecilia, que daba siempre el brazo a su esposo o a su madre, y cuando hablaba se dirigía a mí. Por la noche leyó al general los periódicos, le despachó el correo oficial y estuvo escuchando, con una atención digna de mejor suerte, dos largas disertaciones de la Vizcondesa.
¡Qué biblioteca tan lúgubre! Son obras de medicina, que tratan de las enfermedades del cerebro, de las lesiones del cráneo y de otros asuntos del mismo género; disertaciones filosóficas sobre la herencia de las pasiones: una Historia de los accesos de cólera y de sus terribles consecuencias, un Tratado del dominio sobre sí mismo, y una obra de Kant, El Arte de dominar por la voluntad los sentimientos mórbidos.
Venerandos brahmanes, antiguos sabios de por acá, que han escrito de amores en el Kama Sutra y en otras disertaciones y tratados, exigen sesenta y cuatro potencias, prendas o aptitudes, para que exista en realidad la Padmini o mujer perfecta.
Tendidos sobre la caldeada tierra a orillas del río, cuyas frescas emanaciones buscábamos con anhelo, entreteníamos las horas hablando, cantando o haciendo eruditas disertaciones sobre la campaña tan felizmente emprendida.
Que aun suponiendo que esta literatura de moda es muy científica, exquisita y profunda, todavía se puede negar que sea bien encaminada literatura, sino mera extravagancia, ya que no propende a deleitar, sino a enseñar, fin que se cumple mejor que con novelas, con disertaciones fisiológicas, patológicas, histológicas y teratológicas.
Los adelantos materiales han ahogado de un siglo a esta parte las disertaciones metafísicas, las divagaciones científicas; y la razón, como se clama por todas partes, ha conquistado el terreno de la imaginación, si es que hay razón en el mundo que no sea imaginaria. Los hechos han desterrado las ideas. Los periódicos, los libros.
Propuso, pues, en su corazón estar serena y fría a los halagos de D. Jaime cuando volviese; y olvidando, con este nuevo peligro, el que podía haber en los diálogos íntimos, en las disertaciones sabias y en la atención y en la emoción con que oía al P. Enrique, volvió con más ternura amistosa que nunca a buscar la conversación del Padre, a deleitarse en ella, y a dar señales inequívocas de la predilección con que le miraba.
Bueno y deseable es que el mal, hasta donde esto es compatible con el ser de nuestro planeta y con la condición física y moral de los hombres que le habitan, vaya desapareciendo, o al menos, menguando; pero, como no sea distrayéndonos y deleitándonos, las novelas no logran este fin. Lo lograrán, por dicha, la religión y la ciencia, los sermones y las disertaciones.
Palabra del Dia
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