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Actualizado: 4 de junio de 2025


Y en aquel lugar, en verdad, estaba, y allí había estado desde hace largo tiempo, el roedor y emponzoñado diente del dolor físico.

Tuvo, pues, que salir al romper el alba, dando diente con diente, caballero en la mansa pollinita, y siendo blanco de las bromas de los cazadores, porque iba vestido de modo asaz impropio para la ocasión, sin zamarra, ni polainas de cuero, ni sombrerazo, ni armas ofensivas o defensivas de ninguna especie.

Pero el rey Buby era animoso y valiente, y empeñóse en arrostrar el peligro cara á cara. Quiso, sin embargo, confesarse antes, porque faena hecha no ocupa lugar, y después de todo, lo mismo puede escaparse el alma por la herida de una lanza, que por la mella de un diente.

Quedose reducida la familia a lo que trabajase el señor Rosendo: el real diario que del fondo de Hermandad de la Fábrica recibía la enferma no llegaba a medio diente. Y la chiquilla crecía, y comía pan y rompía zapatos, y no había quien la sujetase a coser ni a otro género de tareas.

La ley del Talión está escrita: «Ojo por ojo, diente por diente, nariz por narizAdvirtiole Ahmed que el Korán era, sin duda alguna, un buen libro; pero que estaba ya un poco anticuado. Los principios del honor han cambiado desde los tiempos de Mahoma. Aparte de que, aun queriendo, aplicar la ley al pie de la letra, Ayvaz sólo tendría que devolver un puñetazo al señor L'Ambert.

CODORNICES EN SALSA. Después de limpias, se pone sobre las pechugas lonjas de tocino, se atan y en manteca y aceite se doran; se ponen en una cacerola echando sobre ellas el aceite. En el mortero se machacan almendras, un diente de ajo y perejil, se deslíe con una jícara de caldo y se vierte sobre las codornices junto con una copa de vino blanco; se dejan cocer unos minutos, y se sirven.

No faltan árboles allá en el bosque, pero no tenemos tiempo que perder. Anda, Lobato, saca esa espada y córtale la cabeza al canalla, como sabes hacerlo. ¡Por favor, concededme una gracia que os pido! suplicó el sentenciado dando diente con diente. ¿Qué es ello? preguntó el magistrado. Antes confesaré mi crimen.

O bien: ¡Una miraíta más, y me pierdo! A la idea de que averiguasen que era gallego, daba diente con diente. Por eso había enmudecido repentinamente, y dejaba que el inspector me dijese en voz alta: Vamos, mire usted bien. ¿Es alguna de éstas? Yo hacía signos negativos con la cabeza.

Pues le puse en la fábrica de sogas de ese que llaman Diente, ¿estás?, y me trae dieciocho reales todas las semanas... ¿Y no va a la escuela? preguntó Isidora expresando no poco disgusto. ¡Escuela! Que si quieres... ¿Y quién le sujeta a la escuela? Bueno es el niño. Ahí le puse en esa de los Herejes, donde dicen la misa por la tarde y el rosario por la mañana.

Hizo emprender al rocín un trotecillo presuntuoso, cual si fuese un caballo de casta, y vio cómo después de pasar él se asomaban á la puerta Pimentó y todos los vagos del distrito con ojos de asombro. ¡Miserables! Ya estarían convencidos de que era difícil hincarle el diente, de que sabía defenderse solo.

Palabra del Dia

vorsado

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