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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Había dejado su abrigo sobre la cama porque tenía calor. La noche era magnífica: aún sentía en su estómago la tibieza del vino que había bebido por la tarde y de aquellas sardinas que eran un bocado de príncipe. El joven, al decir esto, daba diente con diente, y fingía reírse para ocultar su temblor. El frío acabó por obligarle a refugiarse en el lecho.
Este diente es agudo: de estas armas usan en el modo siguiente.
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro. 37 Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. 38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.
Ha de tener del perro el olfato, para oler con tiempo dónde está la fiera, y el ladrar a los pobres; y ha de saber dónde hace presa, y dónde quiere Dios que hinque el diente.
La indivudua eran el amor de Juan Pablo, una tal Refugio, personaje de historia, aunque no histórico, de cara graciosa y picante, con un diente de menos en la encía superior. Feijoo no la había visto nunca, ni el filósofo de café acostumbraba a presentarse en público en compañía de aquella Aspasia, por cuya razón quedose Rubín un tanto cortado al ver a su amigo.
Pues sucedió, que comiendo un día el Rey unas sopitas, se le comenzó á menear un diente. Alarmóse la corte entera, y llegaron, uno en pos de otro, los médicos de Cámara. El caso era grave, pues todo indicaba que había llegado para S. M. la hora de mudar los dientes.
La opinión de Dolores fue que si el pescador había dado dos veces la vida a su hija, la voluntad de Dios le había dado dos veces la felicidad, proporcionándole tal padre y tal marido. Manuel observó que había una torta en el cielo reservada para los maridos que no se arrepintiesen de serlo; y que hasta ahora nadie le había metido el diente.
Era ya tarde, y como el rey Buby no pensaba en despedirle, Ratón Pérez insinuó hábilmente, sin faltar á la etiqueta, que le era forzoso acudir aquella misma noche á la calle de Jacometrezo, número 64, para recoger el diente de otro niño muy pobre, que se llamaba Gilito.
Palabra del Dia
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