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Actualizado: 20 de mayo de 2025
La de Bayona le pareció linda como un dije de filigrana; pero no pudo oír en ella tan devotamente la misa: se lo estorbaba la pulcritud esmerada del templo, semejante a caja primorosa; los colores vivos de las figuras neobizantinas pintadas sobre oro en el crucero, o la novedad de aquel coro descubierto, de aquel tabernáculo aislado y sin retablo, el moverse de los reclinatorios, el circular de las alquiladoras de sillas.
Lloraba como las nubes de otoño y no paraba de exclamar día y noche: ¡Santa María, Santa María!, tanto que una criada que dormía cerca, creyendo que su ama estaba rezando las letanías, no dejaba de responder devotamente: Ora pro nobis. »Mi tío siguió Rafael recibió orden de pasar a América; volvió para tomar parte en la guerra de la Independencia, y no tuvo tiempo para pensar en amoríos.
Estaba ya enfrente de este tablado en la ventana entoldada de terciopelo carmesí de la Universidad o casa de la Ciudad el Ilustrísimo Señor Virrey Marqués de la Casta y todos los muy ilustres Señores Jurados con otros Caballeros de la primera graduación y al querer bajar del tablado con mi penitente me pareció debía a vista de innumerables personas, que nos atendían, volver por la honra de mi encomendado Pedro Onofre Cortés, ya católico y así después de haberle hecho pedir perdón del escándalo y rogado a todos encomendaran a Dios su alma, le hice hacer una breve protestación de la Fe, adorar devotamente la Imagen sagrada de JESUS crucificado, que llevé siempre en las manos.
Cuando tenían que tocar con el hacha uno de aquellos troncos, lo hacían temblando, y el montañés de los Apeninos decía: «Si eres dios ó diosa, perdóname»; y recitaba devotamente las plegarias propias del caso, pero no se quedaba muy tranquilo después de sus genuflexiones. Al blandir el hacha, veía agitarse las ramas encima de su cabeza.
Pero la firme voluntad de devolver la calma a sus hijos venció a la enfermedad en tal instante. Encomendóse devotamente a la Virgen de las Mercedes, y penetró con resolución en el gabinete-estudio de don Jaime. El cual, vestido medio a lo oriental con un traje estrambótico que usaba por las mañanas dentro de casa, salió a recibirla teniendo aún en las manos el pincel y la paleta.
Vamos todos a suplicalle." Y así bajó del púlpito y encomendó a que muy devotamente suplicasen a Nuestro Señor tuviese por bien de perdonar a aquel pecador, y volverle en su salud y sano juicio, y lanzar dél el demonio, si Su Majestad había permitido que por su gran pecado en él entrase.
Palabra del Dia
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