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Actualizado: 25 de octubre de 2025


Ese héroe del trabajo, raras veces esculpe en la piedra común que desprecia, sino en la roca, en el granito; y cuanto más dura y resistente es la roca, más firme se halla. Por otra parte, ¿quién le apura? El tiempo le sobra, es dueño de los siglos. Si mañana fenece, después de usar su vida y su herramienta, otro ocupa su lugar, y prosigue la obra comenzada.

Es ¡ay Dios! que el alma mia no ha hallado su compañera, y siento que me hace falta la mitad de mi existencia; es que soy un pobre loco, ó la humanidad entera es ménos buena que yo, y que su maldad me aterra; es que el mundo me rechaza, ó que mi alma le desprecia, porque en él, ¡ay! no ha podido encontrar su compañera.

Pero no, seguramente, usted no me desprecia; si así fuera, ¿me habría usted podido demostrar tanto afecto? Por otra parte, lea usted mi cuaderno, allí está todo. »Al principio no le estaba destinado a usted. Yo quería enviarlo, después de muchos años, cuando a nuestra vez hubiéramos sido viejos, al hombre a quien pertenece mi alma, para que supiera por qué lo había rechazado.

Yo sin Dios... no soy nada.... Sin Dios puede usted ir a donde quiera, Ana... esto se acabó... Estoy en ridículo, Vetusta entera se ríe de a carcajadas.... Mesía me desprecia, me escupirá en cuanto me vea.... El padre espiritual... es un pobre diablo. ¡Oh, pero por quien soy.... Miserable.... Me insulta porque estoy preso!...

Sólo por él, por salvarle... si mañana no tenemos la suma justa, la falsificación queda descubierta... ¡qué horror! a lo que se exponen estas criaturas sin discernimiento; porque Quilito lo ha hecho de inocente, de atolondrado... ¡Volver a casa de misia Petronila! ¿a qué? para sufrir un segundo desaire: no, lo mejor, es esto; Gregoria no puede negármelo: si no es para , ni para Pablo, es para el hijo de Pilar, una Esteven, ya que desprecia tanto a los Vargas, olvidando el apellido que lleva.

tornó á decir en voz baja: yo debí morir en aquel momento... ¡Gran ocasión!... Hubiera conservado de memoria amarga, pero punzante, como el olor de un cadáver... Ahora me desprecia por cobarde... Ahora ya no es ocasión de morir, sino de seguir siendo lo que he sido... un cobarde. Me manda que huya; pues huyamos.

Nadie la desprecia por eso, señora respondía la señora de Saint-Cast seguramente que no, pero es muy cierto, que entre ser rico ó pobre hay una terrible diferencia. Vea ahí al general, que puede decirle algo de eso; él no tenía absolutamente otra cosa que su espada cuando se casó conmigo, y no es con una espada con lo que se pone manteca en la sopa, ¿no es verdad, señora?

¿De qué otro modo disculpar su falta? Ya se encontraría bueno al día siguiente, para preparar la mejor excusa. Tomó una fuente de manos de Pampa, y al colocarla sobre la mesa, insistió sobre aquello de los hojaldres: ¡Ea, anímate, muchacho! que esto vale más que tus trufas del Café de París. Si él es muy francés dijo la tía, y desprecia estas cosas.

Una bota de cuero llena de vino circuló entre los frailes y el verdugo. Justo es decir que éste bebió el último; y como después de todo era bueno y humano, pasó la bota a través de los barrotes y la ofreció al gitano. Gracias, hermano dijo éste. ¡Por Cristo! ¡está usted muy aburrido! replicó el digno hombre ; pero, ya lo veo, usted me desprecia a causa de mi profesión.

¡Tendría que ver eso! dijo la señora volviéndose airada. Si Gonzalo es mucho, Cecilia es más... A mi hija no la desprecia ni Gonzalo ni el Príncipe de Asturias, ¿sabes?... Me enteraré de lo que acabas de decir, y si resulta cierto, ya tomaré yo mis medidas.

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