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Al dirigir sus miradas desde la ventana, sobre las dos inmensas pendientes de nieve que formaban el valle, pude observar cómo descendían unas como nubes negras por ambas pendientes, dirigiéndose a la iglesia y al castillo; aquellas manchas eran formadas por la agrupación de cuantas gentes viven en aquellas colinas.

Los oficiales, con las capas terciadas, descendían las escalerillas, unos mirando altivamente a todas partes, otros besando a las mujeres, a la puerta de las casas. Los trompetas, con la mano en la cadera y el codo levantado, tocaban diana en las esquinas de las calles; los tambores apretaban las cuerdas de las cajas.

En el vértice del pezón estaba el antiguo lugar de delicias; y el Orinoco, que endulzaba el mar, asombrando a los navegantes con su sábana inmensa, era uno de los cuatro ríos que descendían del Paraíso. Fernando y su amigo, que hablaban de estas fantasías del Almirante paseando por la cubierta, se detuvieron ante las ventanas del gran salón.

En las calles en cuesta que descendían a la Carrera de San Jerónimo, unos terrenos sin edificar dejaban abierto un ancho espacio de cielo entre las casas. Los ojos de los dos se fijaron al mismo tiempo en una estrella que resaltaba sobre las otras con brillo extraordinario.

No importa; después de aquello le tomaron más gusto á su tierra, y descendían de su montaña todos los domingos para sentarse al pie de la pared. A fuerza de medir la punta, acabaron por descubrir un error del arquitecto, aturdido por las prisas de la princesa. Se había equivocado en cincuenta centímetros, y la mitad del grosor del muro estaba en tierra de los viejos.

Mi padre pondrá el grito en el cielo; pero cuando te conozca, cuando vea esta joya... desprendida de la corona del Omnipotente...». Las risas de Isidora oíanse desde lejos. Al llegar al barrio de Salamanca guardaron más compostura y desenlazaron sus brazos. Descendían por la calle de la Ese, cuando Isidora se detuvo asombrada de un rumor continuo que de abajo venía.

Elegido por la Naturaleza para mandar á las razas eunucas, posee todas las virtudes que distinguen á los jefes. La Revolución francesa había sido simplemente un choque entre germanos y celtas. Los nobles de Francia descendían de los guerreros alemanes instalados en el país después de la invasión llamada de los bárbaros. La burguesía y el pueblo representaban el elemento galo-celta.

Imagínate que en la extremidad del bosque de Lavatay, sobre la última cresta de la montaña, hay una pobre casa, que de lejos parece perdida en el fondo de las nubes, y que se llama casita de las hoces, porque los senderos que antes descendían sobre el camino escarpado del abismo, se recurvaban sobre mismos como la hoz del segador.

Y para que una cosa pareciera tal, bastaba que se repitiera periódica o accidentalmente, como las visitas del buhonero o del afilador. Nadie sabía dónde vivían aquellos hombres errantes, ni de quién descendían; y, ¿cómo podría decirse quiénes eran, a menos de conocer a alguien que supiera quiénes eran su padre y su madre?

Sin oprimir su esbelto talle, le ceñía amplia zona de púrpura recamada de perlas, sosteniendo las flotantes ropas talares de cándido lino, que descendían en artísticos pliegues y dejaban adivinar la armoniosa corrección del delicado cuerpo.