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Actualizado: 28 de junio de 2025
El dibujo es de tal pureza que tiene algo de ideal, porque en figura humana parece demasiada perfección aquella, y, sin embargo, es de un realismo completo.
Nacen de aquí consideraciones muy graves sobre el buen uso de la oratoria, y en general de todas las artes que ó llegan al entendimiento por conducto del corazon, ó al ménos se valen de él como de un auxiliar poderoso. La pintura, la escultura, la música, la poesía, la literatura en todas sus partes, tienen deberes muy severos, que olvidan con demasiada frecuencia.
Bien sabía Dios que no había hecho nada por conseguirlo; antes, al contrario, le pesaba mucho cada vez que una de ellas se acercaba a su confesonario. Pero ¿qué le tocaba hacer? Nada más que confesarlas, pues era su obligación. Insistir mucho en que no variasen de confesor era conceder demasiada importancia a la cuestión de persona: no estaba dentro del espíritu del sacramento.
Es verdad que no siempre se acierta en el medio mas á propósito para ahogar, templar ó dirigir la pasion levantada; ó que aun encontrado, no se le emplea como es debido; pero la sola costumbre de buscarle basta para que el hombre esté mas sobre sí, no se abandone con demasiada facilidad á los primeros movimientos, y tenga en sus juicios prácticos un criterio que falta á los que proceden de otra manera.
Lo había olvidado totalmente y ahora su presencia hacía en mí el efecto de un reproche. Dame tiempo para reflexionar, espera hasta mañana dije enderezándome. Sentía en mí el vago presentimiento de que mi residencia en esa casa no sería de larga duración: habría sido demasiada dicha para mí, pobre infeliz a quien un destino despiadado condenaba a vivir en casa ajena.
Hay momentos en que me asusto de mi felicidad; paréceme que es demasiada. Imagínese prosiguió bajando un poco la voz : amo, soy amada, y todo esto sin remordimientos, en paz con el presente y sin ningún temor para el porvenir... porque, gracias a Dios y a usted, amigo mío, podré ver sin terror aparecer la primera arruga, que es el espectro y el castigo de los amores vulgares.
Yo soy quien soy respondió García plagiando al Supremo Hacedor . Por supuesto añadió con énfasis el autor de la obra se halla a demasiada altura para que puedan alcanzarle las críticas de los pasillos y las habladurías de los ignorantes. El caballero refractario se puso pálido y mirando a García fijamente a los ojos le preguntó: ¿Es usted el autor de la obra? No, señor, soy su amigo.
Con pocas excepciones, ellas aman desde un principio candorosamente, a aquel que le designan por esposo, porque lo adornan con todas las buenas cualidades que desean. Era, pues, con demasiada razón que la señora Latour-Mesnil se preocupaba de casar bien a su hija.
Ellos acusan á los demás de hacer con demasiada facilidad la transicion del sujeto al objeto, y olvidan que al propio tiempo ellos pasan del pensamiento objetivo al sujeto puro, sin ninguna razon ni título que los autorice. Ateniéndonos al citado pasaje de Fichte, ¿qué será un acto que no se presenta, ni se puede presentar entre las determinaciones empíricas de nuestra conciencia?
Se necesitaba tener los ojos muy poco avezados a estudiar fisonomías, escasa luz detrás de ellos, menos mundo y demasiada carga de malicias, para recibir mal a un presentado de aquel corte; y como a la marquesa le sobraban mundo, luces, experiencia, buen gusto y hasta motivos especiales, «el mejor amigo» de su hija fue recibido por ella muy cortés y cariñosamente.
Palabra del Dia
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