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Levantose la sesión, y salimos todos, oyendo a nuestro paso las opiniones del público sobre el suceso que había puesto fin al solemne día. Casi todos decían: ¡Ese testarudo vejete no ha querido jurar! Pero el juramento con sangre entra. Que lo cuelguen. No acatar el decreto que se llamará de 24 de Setiembre, es dar a entender que las Cortes son cosa de broma.

De la Guayra a Caracas. La Montaña. Una necesidad suprema. Ojeada sobre Venezuela. Su situación y productos. El coloniaje. La guerra de la independencia. El decreto de Trujillo. La anarquía. ¡Gente de paz! La lección del pasado. La ciudad de Caracas. Los temblores. El Calvario. La plaza de toros. El pueblo soberano. La cultura venezolana.

Mando á V.C. por santa obediencia, que por ningún concepto permita reciban nuestros conventos ni religiosos cosa alguna por el servicio de embarcaciones, y recompensa de las provisiones que suplan, y solo se expresarán á continuación de estas nuestras letras, las embarcaciones con la nominación de sus conventos; los víveres que de estos se sacaren con expresión singular, y todo lo demás que acredite el desempeño de nuestra obediencia al superior decreto y servicio á Nuestro Soberano y al común de la patria.

7 [Yo] recitaré el decreto. El SE

7 cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios? 8 ¿Quién encerró con puertas el mar, cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre; 9 cuando puse yo nubes por vestidura suya, y por su faja oscuridad? 10 Y determiné sobre él mi decreto, y le puse puertas y cerrojo,

En 1832 se decretó la separacion, que se consumó al año siguiente, y desde entónces el Estado está dividido en dos medio-cantones que tienen sus constituciones separadas y gobierno independiente, representados por mitad en la Dieta federal. Allí no hay culto oficial, no existe privilegio ninguno, y la libertad individual es tan completa como la igualdad política y social.

Y por esto y como contase Simoun que los tulisanes estaban muy bien provistos de escopetas, fusiles y revólvers, y que contra semejantes individuos un hombre solo por bien armado que estuviese no se podía defender, S. E. para evitar en lo futuro que los tulisanes adquieran armas, iba á dictar un nuevo decreto concerniente á las pistolas de salon.

El decreto de 5 de Agosto de 1850 previene en su particular sexto que los chinos destinados al fomento de las haciendas no podrán dedicarse á otra clase de trajín, comercio, ni oficios mecánicos.

Mucho me hubiera sorprendido hace diez años el que me hubiesen profetizado, que ese viejo notario, cuyo lenguaje formalista y seca política, nos divertía tanto, á mi padre y á , había de ser un día el oráculo de quien esperara el decreto supremo de mi destino... Hago lo posible para ponerme en guardia contra esperanzas exageradas; he calculado aproximativamente que, pagadas todas nuestras deudas, nos quedará un capital de ciento veinte á ciento cincuenta mil francos.

Les está prohibida la residencia en París, porque la vigilancia sería muy difícil. Se les señala una residencia en provincias, en una ciudad pequeña, y la policía local no los pierde de vista. ¿Y si viniesen a París sin permiso? Entonces habrían infringido la orden y les haríamos deportar de nuevo, en virtud de un decreto de 8 de diciembre de 1851.