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Un decreto Real, existente en el Archivo de Palacio de Madrid, firmado por D. Luis Oyanguren, con la fecha de 29 de octubre de 1661, encarga al marqués de Heliche de la inspección superior de las representaciones teatrales del Palacio, y al duque de Medina de las Torres de las del Buen Retiro.

Y hacer despues que se retire el decreto y revenderlas á un precio doble... ¡ ahí un negocio! Simoun se sonrió con su sonrisa fría, y viendo adelantarse al chino Quiroga dejó á los quejicosos comerciantes para saludar al futuro consul. Este, apenas le vió, perdió su espresion satisfecha, sacó una cara parecida á la de los comerciantes y medio se dobló.

En el decreto se prevenia al mencionado Chaâfar que comenzase por hacer los acopios de piedra necesarios para los cimientos; y así fué que el acarreo comenzó en la misma luna de Ramadhan. Habíase el alcázar de Córdoba llenado de gente , de manera que á las horas de la azala la mezquita no podia contenerla, y los asistentes se apretaban y atropellaban por falta de espacio.

29 Por , pues, se pone decreto, que todo pueblo, nación, o lengua, que dijere blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac, y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa sea puesta por muladar; por cuanto no hay otro dios que pueda librar como éste. 30 Entonces el rey ennobleció a Sadrac, Mesac, y Abed-nego en la provincia de Babilonia.

Decretó que en adelante los bailes campestres, respetando, enhorabuena, como motivo de ellos, las romerías, tendrían lugar, por las de San Juan, San Pedro y San Roque, en las huertas de la Atalaya, y por las de Santiago y los Mártires, en las de Miranda. Y así se hizo con gran éxito y por largo tiempo.

Pero Dios que no se olvida nunca de los suyos, aunque ellos se olviden de El, lo había dispuesto de otro modo: no bien se había leído el último renglón del decreto del notario, cuando se oyó en la calle un espantable ruido. Esto son tiros exclamó Cuadrado, que era el único que alguna vez los había oído desde lejos.

Por decreto de ella, dejaba de ser simple y desdeñada segundona, y recobraba sus prerrogativas de primogénita y única heredera de los títulos y bienes de la casa, condición de gran monta para ella, desde que sabía, por propia observación, lo que vale y lo que cuesta la vida doméstica y social de las mujeres de su alcurnia.

Ven ya, ¡oh venturoso mozo, y rey prudente!, y pon en ejecución el gallardo decreto de este destierro, sin que se te oponga el temor que ha de quedar esta tierra desierta y sin gente, y el de que no será bien la que en efeto está en ella bautizada; que, aunque éstos sean temores de consideración, el efeto de tan grande obra los hará vanos, mostrando la experiencia, dentro de poco tiempo, que, con los nuevos cristianos viejos que esta tierra se poblare, se volverá a fertilizar y a poner en mucho mejor punto que agora tiene.

»Aquí debía darse por terminada nuestra entrevista; la última, por decreto de «el bien parecer», y hasta por conveniencia mía. En adelante, por lo menos hasta que la amarga copa se apurara, nos trataríamos como «buenos amigos» delante de las gentes... y nada más.

Habíase reunido ya el Congreso en la villa del Rosario de Cúcuta y se ocupaba de formar la Constitucion del Estado cuando á consecuencia del éxito obtenido en Carabobo, decretó los honores del triunfo para el ejército y sus dignos jefes, ordenando al propio tiempo que el retrato del hijo ilustre de Carácas, del benemérito padre de la patria, fuese colocado en las Cámaras legislativas con la siguiente inscripcion: SIMON BOLÍVAR, LIBERTADOR DE COLOMBIA.