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Lo que más se parece a la primavera, en mezquino y pobre trasunto, por artificio humano realizado, es un bonito baile. Pues declaro que yo no describirle.

Sanjurjo, mi opinión es que debe concluir eso que hay entre Gloria y usted. Ustedes se quieren. ¿Por qué han de pasar el tiempo en monerías? ¡Pasar el tiempo en monerías! Declaro que nada me ha parecido, ni antes ni después, tan lógico, tan convincente como esta sencilla proposición.

He tenido que contenerme, para no ponerla en la calle declaró la dama haciendo todo lo necesario para mostrarse poseída de un furor sacro, hijo legítimo del sentimiento de la dignidad . Es osadía metérsenos aquí y venir con recados estúpidos de la buena pieza de su hermanita... otra que tal. ¡Ni qué nos importa que Amparo se interese o no por nosotros!... Pues los sentimientos de Agustín también me hacen gracia... Una gente para quien el catecismo es como los pliegos de aleluyas... Yo estaba volada oyéndola.

Gracias, mi señor don Alejandro contestó el boticario desde el fondo de su corazón. Eso ya consuela mucho, ¡caray si consuela! Y declarado esto continuó Bermúdez voltejeando a la vez por el gabinete, porque seguía nervioso y espeluznado , le declaro además que no es tan fácil como parece la tarea de decirle a usted todo lo que desea saber. ¡Es posible? , señor: como que es cierto.

Con esto quedó todo el ejército que estaba debajo de su mano, resuelto de no admitir el infante por el rey; y á la verdad su intento no era excluir á Don Fadrique por D. Fernando porque con ninguno de ellos se pudiera conservar, pero como hombre sagáz, y que conocia al infante por uno de los mejores caballeros de su tiempo, y que no tendría mala correspondencia con el rey tu tio, le propuso al ejército para que excluyesen al rey, prefiriendo al infante, de quien estaba cierto que no lo admitiria, y como la mayor parte del ejército con este engaño de Rocafort se declaró por el infante contra el rey, despues no quisieron elejir á quien una vez excluyeron.

Al principio Ana se había dejado llevar a paseo, a todos los paseos, al teatro, a la tertulia de Vegallana, a las excursiones campestres; pero pronto se declaró cansada y opuso una resistencia pasiva que no pudieron vencer D. Víctor y la del Banco.

Un día que hablaron de lo que suelen hablar las muchachas cuando se reúnen, la Comadreja confesó que ella «tenía» un capitán mercante, que le traía de sus viajes mil monadas y regalos, y proyectaba casarse con ella, andando el tiempo, cuando pudiese. En cuanto a Guardiana, declaró que no soñaba con tener novio, pues era imposible: ¿qué marido había de cargar con sus pequeños?

«Señor Marqués declaró Aparisi picado de rivalidad , el pueblo español es un pueblo digno... que en los momentos de peligro, sabe ponerse...». ¿Y qué tiene que ver una cosa con otra?... saltó el marqués incómodo, anonadando a su contrario con una mirada . No involucre usted las cuestiones.

No hagas caso... Te quiero como a la Medicina... Haz de lo que gustes... Eso ya es otra cosa... Cuando nos casemos, como yo he de ganar tanto dinero, tendrás tres coches, catorce sombreros y la mar de vestidos... ¡Si yo no me caso contigo!...» declaró la joven en un momento de espontaneidad.

Y declaro, señores, que esto último no es mío sino del Divino Maestro. ¡Pero es admirable! exclamó el señor gordo. ¿Entiende usted, misia Medea? agregó dirigiéndose en voz baja a mi tía. No, señor don Higinio, pero yo también lo encuentro admirable como usted.