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Actualizado: 1 de mayo de 2025


«Rosamunda», que estudiaba la declamación con Féraudy, y Edmundo Rostand, distraían sus ocios y los de sus amigos íntimos representando comedias.

Su repertorio era muy vario, y cuentan que se distinguía, no sólo en la declamación, sino en el canto, para el cual poseía muy felices condiciones, habiendo memoria de que los mayores triunfos los obtuvo por su voz, dotada de raro atractivo.

La verdadera importancia de la declamación se nota principalmente cuando por la lentitud, monotonía y falta del énfasis correspondiente del actor, se hace lo que dice ininteligible, cansado y confuso.

En cambio la intendenta apretó de firme, sobre todo en la declamación: al echar los brazos al cuello a Rivera para retenerle, estuvo inimitable. Cuando bajó el telón, tío Manolo, desesperado, saltándosele las lágrimas, agitó los puños contra el suelo exclamando: ¡Infame tierra! ¿por qué no te abres y me tragas?

Animado con esta reflexión, cogí la pluma y ya iba a escribir nada menos que un elogio de todo lo que veo a mi alrededor, el cual pensaba rematar con cierto discurso encomiástico acerca de lo adelantado que está el arte de la declamación en el país, para contentar a todo el que se me pusiera por delante, que esto es lo que conviene en estos tiempos tan valentones que corren, pero tropecé con el inconveniente de que los hombres sensatos habían de sospechar que dicho elogio era burla, y esta reflexión era más pesada que la anterior.

CLARA. Pues siendo para perder Que sintáis es menester, ALVARO. No es menester que digáis. Alárgase este doble monólogo tres décimas más, repitiéndose á la letra, al fin de cada una, un verso. Conviene tener presente que el poeta, según se deduce del conjunto de la comedia, se propone tan sólo exponer la libre expansión del alma, no una declamación hablando.

El escepticismo del siglo pasado: su pobre filosofía sin metafísica; sus ideas y sentimientos, nobles aunque maleados por excesiva declamación, sobre filantropía, igualdad, libertad y progreso, todo esto fué el espíritu de una época en la historia de Europa, ó si se quiere, de todo el género humano; pero en Francia resonó con mayor estruendo y hermosura, primero en sus escritores, y en su revolución más tarde. ¿Cómo había de sustraerse España al influjo de lo que aquellos escritores dijeron y de lo que la revolución hizo?

Y el señor Fermín no vaciló, cuando del mitin y de la declamación periodística, leída en alta voz, hubo que pasar a la excursión por el monte con la escopeta al hombro en defensa de aquella República que no querían aceptar los mismos generales que habían expulsado a los reyes.

Sebastián de Prado, á causa de su declamación excelente y de su hermosura personal, muy simpática al público, fué también estimado por sus buenas costumbres, y por su carácter distinguido en la vida privada. Sobresalía en la representación de papeles de primer galán ó amante, siendo su rival en ellos Antonio de Olmedo, hijo del otro Olmedo mencionado en el tomo anterior.

El fondo de escepticismo abraza también las cuestiones religiosas; raro es el bogotano del buen mundo que se lance, en una declamación contra los frailes, etc. Tienen la epidermis intelectual nerviosa y cualquier rasgo de mal gusto los irrita. Pero al mismo tiempo, hiperbólicos, exagerados, extremosos en todo. ¿Tienen una antipatía?

Palabra del Dia

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