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Actualizado: 28 de junio de 2025
El sol se acercaba lentamente á las cumbres de la Vara, encima de Canzana: pronto les daría el beso de despedida. Andaban por el campo de la fiesta bastantes mozos de Villoria y Tolivia y algunos de Entralgo, pero desparramados, mustios y con apariencia de huídos.
Se limitó á darme la negativa más fría y más rotunda, agregando que si cierto caballero cuidaba de pedirle el velo, se lo entregaría; de lo contrario, no se lo daría á nadie. No tengo la menor idea de quién sea ese mortal afortunado. ¿Y tú, Roger? ¿Sabes á quién ama? Ni lo sospecho siquiera, contestó Roger; y sin embargo, al decir aquellas palabras se despertó en él una gratísima esperanza.
Pero, con todo eso, nos daría gran gusto el señor don Quijote si nos la pintase; que a buen seguro que, aunque sea en rasguño y bosquejo, que ella salga tal, que la tengan invidia las más hermosas.
Como vuesa merced conoce, don Francisco, todo era negocio de ir á galeras; yo las conozco ya y ellas me conocen, y no era cosa, por temor de volver á gurapas, de despreciar treinta buenos de los de á ocho, de presente, y otros treinta de añadidura, una vez cumplido el empeño. ¿Por supuesto, que tu compadre te daría alguna luz? dijo Quevedo.
No llegaba a cinco mil reales, ni con mucho, lo que había que darle al bajo que se iba, pero... había que adelantarle parte del sueldo a la notabilidad que venía a sustituirle... en fin, ello eran cinco mil reales: la Empresa no los tenía en aquel momento.... pero la renovación del abono daría un resultado seguro y... eran habas contadas.
Ahora ya no se preguntaba para qué había ido a Raveloe; tejía hasta altas horas de la noche para acabar la pieza de lienzo de mesa que le encargara la señora Osgood antes de la fecha prometida, sin pensar en el dinero que se le daría por su trabajo. Parecía tejer como la araña, por instinto, sin reflexión.
El otro, por el contrario, había jurado ante testigos que no se daría por satisfecho sino cuando hubiera echado a Pütz y a los suyos de Döbeln, corridos por los perros. Sí; esas eran mis condiciones, y Lotario las aceptó. De buen grado o no, no lo sé; no traté de aclarar ese punto.
La pobre señorita Isidora no debía verse olvidada en un rincón, al lado de cuatro viejas rezonas, sino en la gran nave, donde luciera como merecía, o pidiendo en la mesa de petitorio entre dos velas. ¡Qué bien repicaría ella en la bandeja, y que maña se daría para que cuantos entraran aflojasen pesetas y duros! La belleza de las postulantes aguza la caridad.
Me era imposible saber con precisión qué giro daría á su malevolencia, pero la conocía lo bastante para estar seguro que no se engañaría en la elección de los medios. Conocía mejor que nadie los puntos débiles de las imaginaciones que trataba de herir.
De buena gana la daría y aun me quedaría allá, pero mis papás no tienen más hijo que yo... y ya ve usted. Quédese usted, quédese usted... No piense en Madrid por ahora... Tiempo le queda para saber lo que es aquello. No vaya usted á creer, condesa, que es curiosidad lo que siento, no; es el deseo que tengo de llenar ciertos vacíos que hay en mi espíritu lo que me obliga á pensar en Madrid.
Palabra del Dia
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