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Yo me comprometía, si era necesario, a no volver a ver a mi hija para no contaminarla con mi contacto. A ella, si Juan Maury no quería tenerla en su casa, la podría tener bajo la custodia y autoridad de una ilustre y anciana parienta suya, viuda y sin hijos, y de quien sabía yo que le amaba en extremo.

Pasaban los días sin hablar, sin otra manifestación de pensamiento que los gritos a los animales sometidos a su custodia: «¡Aquí, Careto!»... «¡Anda a otro sitio, Resalá!» Y los bueyes y las yeguas obedecían sus voces y sus gestos, como si la continua comunicación de las bestias y el hombre acabase por elevar a unos y rebajar a otros, fundiendo las especies.

Llegado nuestro hombre al sagrario, abrió el recamarín, sacó la Custodia envolvió en su pañuelo la Hostia divina, dejándola sobre el altar y salió del templo por la misma claraboya que le había dado entrada. Sólo dos días después, en la mañana del sábado 25, cuando debía hacerse la renovación de la Forma, vino a descubrirse el robo.

Además, el cuarto almacén tenía la entrada por un patio, que era de los estanqueros, y éstos cuidaban de que sólo entrasen allí los dependientes del editor, con lo cual él, seguro de robos, pagaba la custodia con billetes de favor para los teatros, a que de ese modo asistía Cristeta gratis y a menudo.

Los beneficiados, que estaban revestidos para llevar la Custodia, con notificación de las censuras, se desnudaron, las Cruces de las parroquias se fueron, el clero se aterró y se fué de la Iglesia, las más de las cofradías se fueron.

Como recuerdo de aquella visita queda hoy un interesante documento, el cual es una carta escrita en japonés, la que fué entregada por los embajadores al Ayuntamiento con toda solemnidad y que se custodia en el Archivo del Municipio para interés de las personas aficionadas á las históricas curiosidades.

Lo malo era que en aquellas largas horas, a veces aburridas, que pasaba de rodillas ante el Sacramento, la faz envuelta en un gran velo al modo de mosquitero, la pecadora solía fijarse más en la custodia, marco y continente de la sagrada forma, que en la forma misma, por las asociaciones de ideas que aquella joya despertaba en su mente.

También le decía esto la forma, la idea blanca encerrada en la custodia. ix Llegada la noche, y recogidas las Josefinas a su dormitorio, las madres permitieron que las Filomenas estuvieran en la huerta hasta más tarde de lo reglamentario, por ver si salía un poco de fresco.

Por el suelo echan, en lugar de flores, granos de maíz tostado y reventado, que cada grano abulta más que una avellana, y parecen flores blancas, de que llevan varias canastillas, van rociando delante del sacerdote que lleva la custodia, y detrás los muchachos lo recogen y comen.

Avanzaban por las naves cinco canónigos con sobrepellices de coro, cada uno con una llave en la mano. Eran los guardadores del Tesoro. Abría cada cual la cerradura confiada a su custodia, giraba pesadamente la puerta y quedaba abierta la capilla con sus antiguas riquezas.