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¡Ole, ole, D. Ramón! exclamé incorporándome de un salto y poniéndome los calcetines: vengan esas razones. Sán tonterías de la juventud... cuestión de amores, contestó ruborizándose un poco. Pues cuente V. esas tonterías. Me muero por ellas: no lo puedo remediar, me gustan más esas cosas que la reforma de la ley Hipotecaria de que V. me habló ayer. ¡Al fin poeta!

Pero ¡ay! sus enemigos no cejarán por esto.... Baje la mano, gentleman; póngame en el suelo. Necesito irme.... Cuente con que pienso en usted á todas horas y me preocupo de su suerte. Gillespie dejó al profesor en la arena, para no prolongar más el tormento de su inquietud.

A los médicos no se nos escapa nada. ¿Quieres que te lo cuente?». Isidora se turbó otra vez. «Pues oye: la semana pasada llegó de Francia Joaquín Pez en el estado más deplorable. Sus acreedores, cansados ya de contemplarle, le han caído encima como buitres hambrientos. Su padre ha decidido no ampararle más y le ha echado de su casa...

A pesar de todo lo que le cuente el bondadoso y entusiasta Flimnap, este gobierno se muestra cruel con frecuencia, y el pueblo femenil es más inconstante que el de los hombres en sus entusiasmos y sus adoraciones. Yo soy de los pocos que conocen la verdad, y por lo mismo veo la tiranía femenina tal como es. Se interrumpió un momento para mirar con inquietud en torno de él.

Guillermina, movida de gran curiosidad, se sentó, y tomándole una mano, le dijo en voz queda: «Cuente usted... Ya oigo».

O el de un pobre que cuente oro; O el de un enamorado que besa y devora a una mujer hermosa; O el de un diputado de la oposición que se mete debajo del brazo una cartera; O el de un hambriento que come en la fonda del <sc>Cisne</sc>. Me he metido en la cama, pero no he conseguido dormirme. La realidad huye de : el sueño me persigue. Soñemos, ya que no podemos vivir. Soñemos escribiendo.

¡Ole, ole, D. Ramón! exclamé incorporándome de un salto y poniéndome los calcetines: vengan esas razones. Son tonterías de la juventud... cuestión de amores, contestó ruborizándose un poco. Pues cuente V. esas tonterías. Me muero por ellas: no lo puedo remediar, me gustan más esas cosas que la reforma de la ley Hipotecaria de que V. me habló ayer. ¡Al fin poeta!

El duque no dió señales de oir. Con los párpados caídos, bufando y paseando el cigarro de un ángulo a otro de la boca, se mantuvo silencioso y guardó de nuevo la cartera después de haberla apretado con una goma. Faltan quinientas pesetas, señor duque , repitió Fayolle. ¿Cómo? ¿Faltan quinientas pesetas? No puede ser.... A ver; cuente usted otra vez. El comerciante contó.

Cuente Vd. con todo lo que penda de los esfuerzos de esta Junta, cuyo desvelo por la conservacion del órden y sistema nacional se mostrará por los efectos. Este ha sido el concepto de proponer el pueblo al Exmo.

Siéntese, Maltranita, y cuente». Continuó Ojeda por el lado de babor, saludando a las «potencias hostiles» y a un grupo de argentinos y brasileños que hablaban de las estancias rioplatenses, de las fazendas de café, del valor de los campos, mezclando cantidades de leguas y millones de pesos.