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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Se corta un kilo de tocino gordo a cuadraditos; se mezcla en la carne y se echa una cucharada de aguardiente por cada kilo de carne; hecha la mezcla se pone ésta en una bolsa de tela, se ata fuertemente y se deja escurrir un día.
Los hombres tiraban de sus cucharas de cuerno, formando amplio círculo en torno de él. Eran tantos, que para no estorbarse se mantenían a gran distancia del lebrillo. Cada cucharada era un viaje. Debían avanzar, encorvarse sobre el barreño, que estaba en el suelo, coger la cucharada y retirarse a la fila para devorar las sopas, de una tibieza repugnante.
BACALAO DISFRAZADO. Después de hecha la pasta como para las croquetas, se prepara aparte con harina y huevos, como la envoltura para los sesos, huecos, y en lugar de meter unos trocitos de sesos en la cucharada, se mete un trocito como de croqueta y se fríe. Estos fritos son riquísimos.
Ulises asentía á las reflexiones del cocinero, llevándose á la boca la primera cucharada con gesto interrogante... Luego sonreía, sumiéndose en gastronómica embriaguez. «¡Magnífico, tío Caragòl!» Su buen humor le hacía afirmar que los dioses sólo se alimentaban con arroz abanda en su hotel del Olimpo. Lo había leído en los libros.
PATATAS COCIDAS. Peladas y partidas a trozos se cuecen con agua y sal; cuando están cocidas se deshacen y baten con una cucharada de manteca hasta que queden como una natilla. Se componen con aceite frito con ajo.
LENGUA. Después de escaldada y quitada la piel, se pone en agua fría un rato para que suelte la sangre, cociéndola con agua y sal y cortándola luego en tajadas. Se pone a freír cebolla, se echa una cucharada de harina, que se tuesta, y en seguida se agrega un vaso de vino blanco y una taza de caldo; se deja cocer, se pasa la salsa, se echan aceitunas deshuesadas y se deja cocer a fuego lento.
Para fijar el día, tuvo que pensarlo porque no quería dar cuenta a doña Lupe de tal visita, temerosa de que metiera en ella su cucharada, y discurrió que era preciso escoger un día en que la de los pavos fuera al Monte de Piedad. «El viernes... ¿le parece a usted bien?, de diez a once de la mañana». Perfectamente... Adiós, hija, conservarse. Que la espero a usted. Que no me dé un plantón.
Bastan generalmente estas débiles dósis para las sales de oro; algunas veces se debe recurrir á dósis mas elevadas, tales como 5 centígramos de la sustancia para 500 gramos de agua destilada, administrando una sola cucharada todas las tardes.
FÓRMULA TERCERA. Después de limpias las perdices se ponen en una olla y se echa dos jícaras de aceite, una de vino blanco, una cucharada de vinagre, cuatro jícaras de agua, una cabeza de ajo, una cebolla a ruedas, dos granos de clavillo y cuatro de pimienta, una hoja de laurel, una ramita de perejil y sal. Se pone un papel de estraza debajo de la cazuela con agua.
La guerra añadía Asensio, metiendo la cucharada es cosa nada bueno. Al día siguiente, por la noche, iba a acostarse Martín, cuando la posadera le llamó y le entregó una carta, que decía: «Preséntese usted mañana de madrugada en la ermita del Puy, en donde se le devolverán las letras ya firmadas. El General en Jefe.» Debajo había una firma ilegible.
Palabra del Dia
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