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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Los demás se retiraron á los botes que mandó el Padre cubrir de algunos cueros de vaca para resistir.
Que el cabello la sombree un poco con sus ondas naturales; pero ¿a qué cubrir la frente, espejo donde los amantes se asoman a ver su propia alma, tabla de mármol blanco donde se firman las promesas puras, nido de las manos lastimadas en los afanes de la vida? Cuando se padece mucho, no se desea un beso en los labios sino en la frente.
Un momento nos bastó para cubrir las cabezas de los caballos con nuestras capas y después apuntamos al Duque y su compañero con nuestros revólvers. De habernos descubierto los hubiéramos matado allí mismo, o hécholos prisioneros. ¡A Zenda, pues! exclamó por fin Miguel y clavando las espuelas a su caballo lo lanzó al galope.
El ingeniero vió elevarse sobre la proa un gran abanico de humo negro y amarillento atravesado por muchos objetos obscuros que se esparcían en semicírculo. Esta cortina densa tomó un color de sangre al cubrir el horizonte enrojecido por la puesta del sol.
Si es para asesinarlo le dije me parece absurdo. Aunque llevara usted luego su pelleja al Ministerio de la Gobernación, no creo que el asesinato de un intelectual pudiese producirle siquiera lo necesario para cubrir gastos. Los intelectuales, en este país, se cotizan a menos que los conejos.
Los infieles, que trabajan afanosos por cubrir la tierra de cruces, van estendiendo la colmena de la Iglesia, y como las abejas á la floresta acuden en tropel á Bizancio en busca de nuevas artes y fascinadoras invenciones.
El pueblo longobardo, que era menos civilizado que el nuestro, vió en el siglo VI, en tiempo de su reina Teodelinda, cubrir de pinturas las paredes de la basílica de Monza, representando las proezas de todos los reyes de aquella raza hasta Agilulfo. Paul. Diac. Historia de los longobardos, cap. 23, lib. 4.º
Al cabo de algunos minutos volvió en sí, paseó a su alrededor la confusa mirada, fijándola luego sobre su marido, y un sordo gemido, con el movimiento súbito de sus manos para cubrir los ojos, atestiguaron que volvía a la vida, que recobraba la posesión de la terrible realidad. Beatriz, si una explicación te es demasiado penosa en estos momentos, la aplazo. ¡Oh, no... en seguida! murmuró ella.
Los ojos de Cristeta oscuros y azulados, como cielo en noche serena; la boca, fuente de ternura y sumidero de besos; el pelo rubio y largo, como crecido para cubrir la almohada formando al rostro un nimbo de oro; el pecho blanco y firme, donde parecían palpitar impacientes dos rubíes carnosos perdidos entre nieve; todo el conjunto de atractivos que formaban lo material de la mujer, lo veía don Juan desvanecido, borroso, deseable, pero secundario; y en cambio, al poner su pensamiento en el pensamiento de ella, experimentaba una sensación de ansia y desasosiego entre penosa y grata, como si la voluntad y el alma carecieran de algo que sólo pudiese hallar satisfacción y plenitud en la posesión pura e inmaterial de Cristeta.
Frantz y sus compañeros se arrojaron sobre el muro para cubrir el trineo.
Palabra del Dia
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