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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Jerez os manifestará al través de una puerta del renacimiento sus ricas naves en ojiva, cuajadas de molduras desde el pavimento hasta la bóveda; Sanlucar, su castillo y los restos de un palacio donde murieron los últimos rayos del sol de la edad media.
Ese rio tiene muy bello porvenir, y no muy tarde el comercio granadino le dará toda la importancia que merece. Abajo del Carare aparece el Opon, rio bellísímo también, cuyas arenas cuajadas de oro sirven de lecho á una corriente mansa, profunda y cristalina. ¡Y qué de recuerdos al ver la embocadura de ese rio!
Todas esas casas, cuajadas de marineros ebrios, soeces, tambaleándose. Aquí, un hotel; entro y a los pocos instantes salgo a la calle asfixiado. Adelante; he ahí el mejor de Colón. Entro en el bar-room que ocupa toda la sala baja; hay dos billares donde juegan marineros en mangas de camisa y mascando tabaco.
Las dos bóvedas ó baldaquinos, la que gira en torno del machon del viril, y la otra superior que cobija la imágen de N.ª S.ª, estan en la parte esterior disfrazadas con elegantes arcos conopiales, con sus grumos y preciosa crestería. Y las torrecillas que suben de los cuerpos bajo y principal estan cuajadas de estatuitas sobre sus lindas repisas y bajo caladas marquesinas.
Vasos etruscos, de imitacion tosca, estatuas, bustos y grupos curiosísimos, planchas enormes de piedra bruta ó trozos de mármol, con relieves preciosos, revelando toda una civilizacion, y sepulcros, lápidas y columnas truncadas, cuajadas de inscripciones que se conservan con maravillosa regularidad, y esbozos byzantinos en piedra que tienen el aire de caricaturas de una sociedad que el polvo de los siglos arropara, todo eso, colocado con inteligencia contra los muros del claustro, constituye no solo una escuela popular para los sentidos, sino la imágen sombría pero elocuente de las generaciones pasadas.
La Puerta del Sol y la calle de la Montera estaban cuajadas de gente. Había llovido por la noche, y el cielo, plomizo, tocaba casi en la veleta del Principal. La atmósfera, impregnada de vapor acuoso, y el suelo cubierto de lodo.
La tarde era espléndida, una linda tarde de otoño, fresca y luminosa. Hormigueaba la multitud en la ancha calle; puertas y ventanas estaban cuajadas de muchachas bonitas, y era aquello un conjunto de gentes festivas y alegres, tan pintoresco y hermoso, que no le olvidaré jamás. Unas que iban bulliciosas y parlanchinas; otras, que volvían cansadas, arrepentidas, cargando el cesto de la comida.
Palabra del Dia
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