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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Decía esto Sancho con tanto reposo, limpiándose de cuando en cuando las narices, y con tan poco juicio, que los dos se admiraron de nuevo, considerando cuán vehemente había sido la locura de don Quijote, pues había llevado tras sí el juicio de aquel pobre hombre.
Imagina, pues, cuán hondo será mi dolor cuando en ti, que te llamas ahora el doctor Seelenführer, acabo de reconocer a mi Sidarta, a mi Sakiamúni y a mi Bagavat, porque todos estos nombres te dábamos. Tú no caes en ello; pero no lo dudes: tú fuiste el Buda y quieres volver a serlo.
No hay un rasgo que no concurra á impresionar al extranjero en ese sentido. Y no puede ser de otro modo, si se considera cuán poderosa es la influencia que ejercen en la educación moral de un pueblo la naturaleza y los objetos que le rodean é impresionan constantemente. El sevillano, al nacer, halla la noción de lo bello y la inspiración de la poesía en todo lo que tiene á la vista.
Por el tono general de sus recuerdos ves cuán poca conciencia tenía de los combates que, durante años, hubo en el fondo de su alma. Habla, sin la menor intención, de mil detalles secundarios, que nada tienen que ver con la marcha de la acción, pero que son preciosos para demostrar cuánto se desarrolló ese deseo.
Así se comprende cuán erróneo é inútil sea prescindir de las indicaciones hechas antes, y dividir todas las comedias en las clases mencionadas, arbitrarias y triviales por su origen, y que nada dicen acerca de su índole y forma artística.
¡Y en tanto Marcial y mi querido amo trataban de fijar día y hora para trasladarse definitivamente a bordo! ¡Y yo estaba expuesto a quedarme en tierra, sujeto a los antojos de aquella vieja que me empalagaba con su insulso cariño! ¿Creerán ustedes que aquella noche insistió en que debía quedarme para siempre a su servicio? ¿Creerán ustedes que aseguró que me quería mucho, y me dio como prueba algunos afectuosos abrazos y besos, ordenándome que no lo dijera a nadie? ¡Horribles contradicciones de la vida!, pensaba yo al considerar cuán feliz habría sido si mi amita me hubiera tratado de aquella manera.
¡Cuán dichosa tarde, aquella en que sentados en el suelo al rededor de una silla de Vitoria, ante una humeante ponchera, se inauguró lo que desde luego fué bautizado con el poético nombre de El Nido, y se acordó por unanimidad la conveniencia de amueblarlo... si la próxima sesion habia de levantarse con pantalones completos.
Este extracto, que sólo puede dar una imagen pálida del original, deja adivinar, sin embargo, cuán irresistible es el interés de toda la comedia, así como el efecto dramático y el vigor trágico y lleno de pasión de sus situaciones.
Con lo que quedó tan contento Sancho cuanto el cura admirado de su simplicidad, y de ver cuán encajados tenía en la fantasía los mesmos disparates que su amo, pues sin alguna duda se daba a entender que había de venir a ser emperador.
Y así mismo se vea cuan ciegamente proceden en su caduca ley; pues es cierto que ni ella ni otra alguna que sea razonable, podía permitirles ni aun por la vida cuanto menos por el vil interés de sus riquezas, que se ejercitaran en tantas acciones exteriormente potestativas de la fe contraria, ni se emplearan en tantas operaciones que en su falsa creencia habían de juzgar por idolatrías manifiestas.
Palabra del Dia
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