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Actualizado: 14 de mayo de 2025
El Municipio de San Sebastián creerá, sin duda, que esto de los temas literarios es cosa de los escritores; pero San Sebastián no tardará en sufrir las consecuencias de tan profundo error. Yo creo que es cosa de los concejales, del Casino, de las sociedades de atracción de forasteros, de las comisiones de festejos, etcétera, etc.
Quizás media docena de veces. Cuando las recibí y las probé, vi que no me estaban bien. Pero pensé: «¡Si se las devuelvo al pobre Belarmino, creerá que es manía.» Y me las puse, para ensayar si se adaptaban al pie. Imposible. Pues no conforme con esto, y porque me disgustaba devolvértelas, ensayé otros días, no más de seis veces, hasta que, a pesar mío, me convencí que no me sirven.
A consecuencia de una miseria y escasez grandes, se desarrolló una peste que causó innumerables estragos. ¿Y se creerá que á pesar de ser el pueblo de Torquemada uno de los mas invadidos por la epidemia, no bastasen los ruegos del cardenal á que continuara la reina su camino?
Pero sucede también con frecuencia, que una decisión de esta especie, por absurda que sea, se copia en muchos libros y pasa de unos escritores á otros, sin que ninguno se tome el trabajo de examinar con cuidado si es ó no fundada. «El vejete, leemos nosotros; el galán apuesto, la elegante dama, el criado, la doncella, aparecen en todas las comedias españolas como personajes indispensables y perpetuos.» ¿Quién no creerá, al oir esto, que, á semejanza de la commedia italiana dell'arte, el drama español usa también sus máscaras determinadas, moviéndose en tan estrecho círculo?
Para todos es una mosquita muerta... pero en casa, yo te aseguro, hija, que está demasiado viva y que pica mejor que un alacrán... Mira añadió remangándose los brazos, nadie creerá que él es quien me ha hecho estos cardenales... Pero ¿te pega? exclamó Paca con asombro. Á lo señorito, ¿sabes?
Me acerco muy despacito.... El ruido seguía, dale que tienes. Me acerco más.... Ya no me cabe duda de que hay allí escondida una pieza. Armo..., apunto..., disparo.... ¡Pum, pum!... ¿Y qué creerá usted que maté, señor canónigo?». «¿Cómo demonios lo he de saber?
Si creerá que esta visita de desagravio va a hacerme olvidar su conducta con nosotros... pero, ¡ya caigo! tú vienes por el renacuajo, a ver si así, después de este paso, logras meterlo en la casa... ¡pero ya escampa!
Ya puede Belarmino encerrarse en silencio hermético y filosófico, dando a entender, con la sonrisa de sus labios delgados y sin color, que está, al cabo, por encima y a distancia de todas las cosas. ¿Quién le creerá? Belarmino digiere bien. ¿Cómo admitir que ha trabajado mucho con la cabeza, él, que no se ha puesto enfermo del estómago?
Lo bueno que tiene es que no me empuerca la ropa y le gusta lavarse manos, brazos, hocico, y hasta el cuerpo, señora, hasta el cuerpo. Como coja un pedazo de jabón de olor, pronto da cuenta de él. ¿Pues el peinarse? Ya me ha roto tres espejos, y un día... ¿que creerá la señora que estaba haciendo?... pues pintándose las cejas con un corcho quemado.
Palabra del Dia
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