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El gitano, que había llegado al último tramo, se volvía una última vez para sonreír a Rosita, y cuando se disponía a pasar al otro lado del muro, la escala, de pronto, se replegó sobre misma, se deslizó rápidamente a lo largo de la pared, y el gitano cayó a los pies de la monja, ensangrentado, mutilado, con el cráneo abierto.

Tenía la barba erizada y la frente llena de arrugas, como San Pedro; el cráneo terso, y dos rizados mechones blancos en las sienes. «Señor, señor decía con el temblor de un frío intenso, mire cómo estoy, míremeTorquemada pasó de largo, y se detuvo á poca distancia; volvió hacia atrás, estuvo un rato vacilando, y al fin siguió su camino.

La nulidad ó depresión de los órganos centrales que corresponden á los sentimientos; la exageracion asombrosa de los que revelan los instintos, en la parte posterior del cráneo; y las extrañas formas y sombríos perfiles de la faz y la frente, signos de la manera como obra la inteligencia en el bandido, todo eso impresiona hondamente al observador de aquella horrible galería.

No se sabe si le dio palabra de casamiento o no se la dio; pero lo cierto es que el bueno del oficial tuvo que irse a la guerra civil, que ardía en las Provincias Vascongadas, y allí le mató una bala carlista, que le agujereó el cráneo y se le entró en los sesos. Juana quedó, pues, semiviuda.

La region hepática está con frecuencia timpanizada, tirante, caliente; el enfermo esperimenta dolores agudos, incomodidades, angustias, y la cabeza misma no está exenta de síntomas congestivos con sensacion de una barra ó peso en la base del cráneo. § III. Efectos terapéuticos.

Mil veces le cayó verticalmente sobre el cráneo al señor Rosendo en sus épocas de vida militar, y vamos, que el de la isla de Cuba pica en regla.... ¿Fue el haber vuelto a manejar las tenazas y a elaborar barquillos para el extraordinario consumo de aquellos días solemnes? ¿Fue, como dijeron algunas comadres, el orgullo de ver a su hija tan elocuente y bizarra, y tan agasajada por los señores de la Asamblea?

Habia entonces en Sevilla un valí orgulloso y fiero que no reconocia otra autoridad que la de Dios y su Profeta, que no se arredraba ante ninguno de sus enemigos, que como los reyes escandinavos gustaba de beber en el cráneo de los que habia vencido en el campo de batalla.

Y, sin embargo, hasta hoy, no se sabe de un solo hombre, que dando un grito de orgullo satánico, se haya arrojado desde esa peña al abismo. ¡Al fin, morir así o partido el cráneo de un balazo, todo es morir!

¿Y quién sois vos para hacerme esas preguntas? dijo á su vez Roger poniéndose en guardia. Quien puede abrirte el cráneo de un garrotazo si tienes tarda la lengua, fué la brutal respuesta. Pero ¿dónde he visto yo antes esa cara?

Tomole la medida del cráneo en redondo, después la de la caja ósea que protege el encéfalo, la del ángulo facial, la del largo de la cara; midió la proyección facial y la parietal, los arcos zigomáticos y la mandíbula... Al llegar aquí, el médico y el jurista cambiaron una rápida mirada significativa. ¿Nos hace usted el favor de abrir los brazos?