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Actualizado: 30 de abril de 2025


Y empezó una carrera loca en el profundo cauce, andando á tientas en la sombra, dejando perdidas las alpargatas en el légamo del lecho, con los pantalones pegados á la carne, tirantes, pesados, dificultando los movimientos, recibiendo en el rostro el bofetón de las cañas tronchadas, los arañazos de las hojas rígidas y cortantes.

Con sus parangs, que son unos machetes muy pesados y cortantes, pueden hacerlo facilísimamente. ¡La caída que daríamos sería buena! Mortal, señor Cornelio. Salgamos dijo el Capitán . No hay que dejar que se acerquen. Salieron del interior de la choza y se asomaron a la barandilla de bambú del corredor, desde donde podían distinguir todos los alrededores.

El rio Yacuma abunda en palometas, pescado de forma ancha y algo chata, esmaltado de colores amarillos muy vivos, y cuyos dientes triangulares y cortantes atemorizan á los indios, que no por ello dejan de tentar la pesca con anzuelos fijados en la punta de un alambre.

Sus hojas son de un verde claro, sus flores amarillentas e insignificantes y sus bayas de rojo obscuro. El fruto está adherido a las ramas por un tallo corto, y contiene una pulpa blanca con semillas duras que al ser expuestas al aire por unos cuantos días se endurecen y secan a tal extremo que sólo pueden partirse con instrumentos muy cortantes.

Después mandó traer a tierra un centenar de botellas vacías, que hizo reducir a cascos, los cuales esparció alrededor de los toldos de trépang. Aquellas puntas agudas y cortantes eran un serio obstáculo para los pies desnudos de los antropófagos.

Maltrana y su amigo, temiendo que el trapero renunciase a la ida a Madrid si le convidaban otra vez, volvieron al fielato. Coleta les siguió, afirmando que no tenía prisa. Sus parroquianos se levantaban tarde. En las aceras de Punta Brava se habían establecido ya los puestos del mercadillo de los Cuatro Caminos. Los cortantes colgaban de unas vigas negras los cuartos de res desollada.

Menciona asimismo el referido diario arcos turquescos que disparaban flechas, á diferencia de las ballestas, con que se lanzaban jaras. Como el Almirante se sirvió de lanza para matar la monstruosa iguana cuya piel mostró á la vuelta, en España, como cosa rara, hay evidencia, que no fuera necesaria, de que con lanzas y espadas muy cortantes combatía la mayor parte de la gente.

Palabra del Dia

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