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Pero ahora existe una humanidad renovada por el dolor y el sacrificio, una humanidad deseosa de vivir, que ambiciona algo nuevo, sin conocerlo exactamente, y trabaja por conseguirlo. Miguel se contempla con lástima. ¿Qué va á hacer?... ¿De qué puede servir á sus semejantes?... Recuerda su almuerzo en la casita de don Marcos.

Me es indiferente; hasta confieso que me es antipático, por los grandes extremos que hacen algunas señoras sobre su heroísmo. Eso molesta siempre á los que no somos héroes. Pienso en lo insignificante que sería hace cuatro años nada más. De conocerlo entonces, tal vez lo habría visto de tenedor de libros en un hotel ó en la tienda de mi camisero de París.

Cuando ese intrigante de Védène entró en el salón del palacio, costole trabajo el conocerlo al Santo Padre: tanto era lo que había crecido y engruesado. Preciso es también decir que, por su parte, el Papa se había hecho viejo y no veía bien sin antiparras. Tistet no se acobardó. ¡Cómo! Excelso Padre Santo, ¿ya no me conoce Su Beatitud?... Soy yo, ¡Tistet Védène! ¿Védène?...

Obdulia, viendo el rayo marchar otra vez hacia su confesor, halló palabras para desviarlo. Vuelvo a decirle, señor obispo, que el padre Gil nada sabe de este paso... que se morirá de pena y de vergüenza si llega a conocerlo, porque es la modestia y la humildad personificadas.

1154 Debe trabajar el hombre para ganarse su pan; pues la miseria, en su afán de perseguir de mil modos, llama en la puerta de todos y entra en la del haragán. 1155 A ningún hombre amenacen, porque naides se acobarda; poco en conocerlo tarda quien amenaza imprudente: que hay un peligro presente y otro peligro se aguarda.

El silencio del aludido quiso demostrar á la vieja lo inoportuna que era su pregunta. Pero ella continuó, con cierta precipitación que revelaba la proximidad de la parte más interesante de su relato. Hoy, al anochecer, estuve en la taberna con el tío Crainqueville. El señor comisario debe conocerlo. Sus desgracias andan escritas en libros y comedias.

Pero este arte suyo en componer es mayor de lo que aparece á primera vista: para conocerlo en toda su extensión, es preciso examinar las comedias, en que nuestro poeta se propone hacer alarde de ese don particular, anudando sus hilos infinitos del modo más hábil para formar un tejido maravilloso, cruzándose esos hilos de mil maneras, y, sin embargo, sosteniéndose unos á otros, tomando, al parecer, distinta dirección, y viniendo á parar al mismo punto para converger todos en un foco ó centro común.

Debemos detenernos, pues, en la exposición y estudio de este rasgo nacional, porque, sin conocerlo bien, hemos de extrañar sobremanera algunas particularidades de estos dramas, y no podremos apreciar en su valor los principios morales, extraños y opuestos con mucha frecuencia á nuestras ideas, que dominaban entonces en España.

Cualquier cosa que Burton Blair me haya dicho ha sido en la más estricta confianza exclamé, ofendido por el entrometimiento de aquel individuo, pero, sin embargo, contento interiormente de haber tenido la oportunidad de conocerlo y poder tratar de cerciorarme de sus intenciones.

Admiraba á aquel primo aventurero desde mucho antes de conocerlo. Una tarde, contó el marinero á las dos mujeres cómo se había salvado en la costa de Portugal. La madre le escuchó volviendo la vista, temblándole las manos al mover los bolillos de su encaje. De pronto sonó un alarido. Era Cinta, que no podía escuchar más.