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Actualizado: 17 de junio de 2025
Lo que entonces no dijo Cristo, porque no hubieran acertado á entenderle; lo que, aun después de descender sobre los apóstoles las lenguas de fuego, cuando estaban congregados en el Cenáculo, no quiere ó no puede revelar San Pablo, constituye la ulterior revelación, y presta, digámoslo así, una flexibilidad sublime á nuestro dogma religioso, que le hace capaz de contener dentro de sí, sin romperse ni quebrantarse, toda civilización futura, por grande y maravillosa que sea.
Sus negros ojos pasaron rápida revista á los circunstantes y acabaron por fijarse, con expresión un tanto irónica, en el hermano acusador. Entregó éste el pergamino al relator de la orden, quien lo leyó con voz pausada y entonación solemne, escuchado atentamente por todos los religiosos allí congregados.
A esta raza pertenecían los hombres de la citada camarilla, en la cual se daba siempre a don Simón la butaca de preferencia, no tanto por la importancia mercantil de éste, cuanto porque nadie leía mejor que él, con voz más recia y sonora, ni con mejor sentido, los artículos de fondo del periódico, todas las noches, a los congregados. Pero vamos al caso.
No fué pequeña empresa la de elegir cinco caballeros por banda, cuando tantos y tan valientes y ganosos de gloria los había congregados allí; y en poco estuvo que la elección ocasionase una serie de duelos preliminares que sólo pudieron evitarse con la intervención del príncipe y de los nobles de más edad y merecimientos.
Con gran serenidad, Juan Pablo, oficiando de maestro de filosofía, dijo lo siguiente: «Mira, el dogma de la solidaridad de sustancia ha sido declarado cursi por todos los sabios de la época, congregados en un concilio ecuménico, que acaba de celebrarse en... Basilea. Las conclusiones son tremendas. Como no lees la prensa, no te enteras.
Dejando á su noble amigo y á los personajes de la ciudad congregados para el banquete, dirigióse el barón con su Guardia Blanca á la playa, donde comenzó rápidamente el embarque de hombres, caballos y armas en grandes barcas que los condujeron á bordo del galeón.
Era el 4 de noviembre de 1780, y el cura de Tungasuca, para celebrar a su santo patrón, que lo era también de su majestad Carlos III, tenía congregados en opíparo almuerzo a los más notables vecinos de la parroquia y algunos amigos de los pueblos inmediatos que, desde el amanecer, habían llegado a felicitarlo por su cumpleaños.
El silencio era a la sazón la necesidad más apremiante que sentían los vecinos de Nieva allí congregados. El menor ruido era considerado como acto sedicioso y castigado inmediatamente con un chicheo amenazador. Estaban prohibidas las toses y los estornudos, y con penas más aflictivas aún la risa y las conversaciones. Se sudaba muchísimo, aunque la noche no era de las más templadas de otoño.
19 Y vi la bestia, y los reyes de la tierra y sus ejércitos, congregados para hacer guerra contra el que estaba sentado sobre el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue presa, y con él el falso Profeta que había hecho las señales delante de ella, con las cuales había engañado a los que tomaron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen.
Desde el año de la terrible muerte del rey emplazado , seis capellanes venian cada noche á decir su vigilia á la capilla mayor cabe la regia huesa: como espíritus del otro mundo allí misteriosamente congregados, deslizábanse silenciosos por las largas y tenebrosas columnatas, murmuraban su rezo, y volvian á dispersarse.
Palabra del Dia
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