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Actualizado: 13 de junio de 2025
Lo que entonces no dijo Cristo, porque no hubieran acertado á entenderle; lo que, aun después de descender sobre los apóstoles las lenguas de fuego, cuando estaban congregados en el Cenáculo, no quiere ó no puede revelar San Pablo, constituye la ulterior revelación, y presta, digámoslo así, una flexibilidad sublime á nuestro dogma religioso, que le hace capaz de contener dentro de sí, sin romperse ni quebrantarse, toda civilización futura, por grande y maravillosa que sea.
Su energía, en una tensión exagerada desde hacia tantos días, semanas y meses, amenazaba con quebrantarse en el momento decisivo. Estaba en una de esas horas de angustia física y moral en las que el alma y el cuerpo se derrumban vencidos y claman desesperadamente en las tinieblas en que se agitan, como el Cristo en el huerto de las Olivas: «¡Señor, aparta de mí este cáliz!»
Necesitaba demostrar en España que era el espada de siempre. Luego ya pensaría en la conveniencia de hacer este viaje. Con el ansia del hombre popular que siente quebrantarse su prestigio, Gallardo exhibíase pródigamente en los lugares frecuentados por las gentes de la afición.
De Pas sentía unas dulcísimas cosquillas por todo el cuerpo al oír a la Regenta; y sin pensarlo se inclinaba hacia ella, como si fuera un imán. Afortunadamente las otras damas y el Arcipreste iban muy enfrascados en una agradable conversación que tenía por objeto despellejar a la pobre Obdulia. Ripamilán citaba, como solía en tal materia, al Obispo de Nauplia, la fonda de Madrid, los vestidos de la prima cortesana, etc., etc. No cabe negar que la resolución del Magistral estuvo a punto de quebrantarse, pero le pareció indigno de él mostrar tan poca voluntad y temió además lo que podía suceder en el Vivero.
Entonces la asedié con mayor empeño: insistí, supliqué, lloré..., y conseguí que ella llorara también. Comenzaban los diques a quebrantarse, y esta era una buena señal. »Mientras lloraba, con la frente apoyada sobre mi pecho, yo la hablaba dulcemente al oído, y el corazón me iba diciendo que las durezas se ablandaban y que el torrente se desbordaría.
Además, bebía para dar nuevo vigor á su organismo, que empezaba á quebrantarse con los monstruosos excesos de la voluptuosa reclusión. Al más leve signo de fastidio, Freya caía sobre él con sus labios dominadores. Si lo dejaba libre de sus brazos, era para ofrecerle la copa llena de licores fuertes. La embriaguez, al apoderarse de él, entornando sus ojos, evocaba siempre idénticos ensueños.
Palabra del Dia
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