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Actualizado: 28 de mayo de 2025


En cambio, confesaba, avergonzada, que ciertas melodías de zarzuela y muchas canciones populares la encantaban. Otra cosa no confesaba, aunque no era menos cierta. La música que algunas veces acompaña a los entierros, que por regla general es pésima y compuesta casi exclusivamente de instrumentos de bronce, la conmovía profundamente hasta hacerle derramar lágrimas.

Le prohibió, riendo, que se los pusiera más. Para las corbatas confesaba que tenía mucho gusto, pero le sentaban mejor las de lazo que las chalinas. ¿Por qué no se encargaba a Madrid los sombreros? Los que llegaban a Lancia eran todos rancios y ridículos.

Pero entonces yo no me lo quería confesar ni a mismo. En cambio, el mayordomo me confesaba cada día su creciente afición... No es esto de extrañarse, porque el bridge, en razón de mis frecuentes distracciones, le producía un bonito sobresueldo.

Verdad era que la idea de ser objeto de los ensueños que confesaba la Regenta, le halagaba; esto no podía negarlo, ¿cómo engañarse a mismo? ¡Si apenas podía mantenerse sentado sobre la tabla dura!

Maltrana el altivo, el hombre superior, cuya palabra era un hachazo; el fervoroso creyente de la alegría de la vida y su refinado helenismo, sintió que sus piernas flaqueaban, y se apoyó en un árbol. No podía más: era un vencido. Confesaba su cobardía, cayendo anonadado bajo el zarpazo de la Suerte. ¡Pobrecillo!

Buenos Aires confesaba y creía todo lo que el mundo sabio de Europa creía y confesaba. Sólo después de la revolución de 1830 en Francia, y de sus resultados incompletos, las ciencias sociales toman nueva dirección y se comienzan a desvanecer las ilusiones.

Uno de los temas de la conversación más frecuente entre los dos amigos, era la certidumbre de esa salvación: Silas confesaba que no podía llegar nunca más que una mezcla de esperanza y de temor, y escuchaba a William con una admiración llena de deseo, cuando éste declaraba que había tenido siempre la convicción inquebrantable de su salvación, desde que en la época de su conversación, había soñado que las palabras «llamado y sin duda elegido» se presentaban ante sus ojos sobre una página blanca de la Biblia abierta.

Andronico á las quejas de tantos daños como hacian los Catalanes en sus Provincias, encogió los hombros, atribuyendo á sus pecados el castigo que Dios le enviaba y confesaba que no era poderoso para resistirles.

Era de las pocas señoras que ayudaban al Arcediano en su conspiración contra el Vicario general. Sin embargo, Visita confesaba a veces con don Fermín, a pesar de los desaires de este. «Ya sabía él a qué iba allí aquella buena pécora, pero chasco se llevaba; la confesaba por los mandamientos y se acabó». «¿Y qué más? adelante; ¿y qué más? estilo Ripamilán.

Ella, sin embargo, negaba a cada uno de sus amantes todas sus relaciones anteriores, menos las de Mesía. Eran su orgullo. Aquel hombre la había fascinado, ¿para qué negarlo? Pero sólo él. Era viuda y jamás recordaba al difunto; parecía la viuda de Alvarito; «¡era su único pasado!». Aquella tarde estaban guapas las dos; era preciso confesarlo. Por lo menos Paco Vegallana lo confesaba ingenuamente.

Palabra del Dia

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