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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Que ansy, viniendo al punto presente de la calumnia, que escriuo a Inglaterra, digo y sup.^co al Señor Condestable q. me haga tanta merced de pedir a su Mag.^d Que mande aueriguar esto, y siendo falso, como lo es, hazer la demostracion q. es justa en mi satisfaccion; y darme licencia q. me retire de sus Reynos, y de Cortes de Príncipes, y de sus peligros y juicios, antes que me acaben la salud y vida.

En otra carta habla de los ensayos que hizo primeramente para el adobo en ámbar de las pieles de perro, cuyas primicias dedicó al Condestable. Introdujo, pues, en Francia una nueva industria que era especial de nuestra Península. Bibl. Nac. de París, Fr., 3.652, fol. 99. Colección Morel Fatio, núm. A tanta merced, a tantas muestras de la gracia en q. biuo de V. Ex.^a, que quiere que diga?

Unos decían que la Reina Católica había hecho desaparecer este artificio teatral que turbaba la devoción de los fieles; otros, que eran soldados enemigos del condestable los que en un día de asonada rompieron en piezas la articulada estatua. En el exterior del templo, la capilla de los Luna alzaba sus torreones almenados, formando una fortaleza aislada dentro de la catedral.

Respecto de la otra, bastará recordar el Enigma del guarda-infante, ó sea del alcahuete en la Academia burlesca del Buen Retiro. Esta mañana fuy a ver al mi S.^r El Condestable, no le pude hablar. Sup.^co a V. m. me lo haga de saber si al leuantar a la mañana será buen hora, porq. tengo vn pecadillo q. confessarle, que confessores ay del Coraçon, como del Alma.

El Condestable finge estar desesperado por la desdicha ocurrida á su esposa, y prorrumpe en maldiciones contra la pared, que con su caída se la ha arrebatado. Roberto se precipita, lamentándose, á abrazar el cadáver de su hija; pero el Rey, que ha adivinado la verdad del suceso, calla por prudencia, pero forma la resolución de vengar á la muerta cuando se presente ocasión propicia.

Pero quiera V. Ex.^a o no quiera, Sieruo suyo soy, y será. Ant. Perez. El Condestable de Francia mi S.^r Febrier 1604. Bibl. Nac. de París, Fr., 3.652, fol. 63. Roni: Maximiliano de Béthune, Señor ó Barón de Rosny, más adelante Duque de Sully, Ministro de Hacienda de Enrique IV.

Se determinó, pues, á formular por escrito una especie de ultimatum que debían de apoyar Juan de Vivonne, Marqués de Pisani, Embajador que había sido de Francia en España por los años de 1572 á 1582, época en que cultivó la amistad de Pérez, y el Duque de Montmorenci, Condestable de Francia, amigo de ahora y protector decidido.

Enrique quiere ocultarse, pero ya es tarde: la Reina se queja de que ha pasado la noche lejos de ella; él se disculpa con palabras entrecortadas, y se lleva de allí á su esposa. El Condestable comienza entonces á sospechar la verdad, y expresa sus recelos en un monólogo apasionado.

Item dize, Que de tal manera pide esto y que Su Mag. cometa a la tal persona el cumplimiento del memorial q. ha dado, que el dicho Antonio Perez no tenga q. acudir a ministro ninguno, sino al Sr. Condestable y a la tal persona por los despachos para la execucion. Porq. si no se despachase todo ello como cosa del serui.^o de su Mag. y por orden suya, seria entrar Ant.

En todo Burdeos no hay doncel más hambriento. Si las espuelas de caballero y los ricos cargos se ganasen con el estómago, serías ya lo menos condestable. Pues digo, que si se ganasen empinando el codo, Rodolfito mío, te tendríamos de canciller hace años. Basta de charla, exclamó otro, y que hablen los escuderos de Morel. ¿Qué se dice por Inglaterra, mocitos?

Palabra del Dia

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