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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Lo que hemos dicho de aquel será aplicable á este, pero con algunas modificaciones que nacen de la naturaleza misma de la cosa. Sea como fuere no puede ser inútil en las investigaciones científicas, el aproximar y comparar esas grandes ideas, que son como inmensos receptáculos donde nuestra espíritu deposita sus caudales.

Si un ser infinito no existe, es absurdo; y si al comparar estas dos ideas, infinidad y no existencia, nosotros no vemos con toda claridad la repugnancia, es porque no comprendemos bien qué es la infinidad. Solo por esta causa ha sufrido y sufre dificultades, la demostracion de la existencia de Dios fundada simplemente en su idea.

Verdaderamente el Ágora de Peñascosa recuerda, más que la asamblea griega que le ha dado nombre, la tertulia de la reina de Navarra, aquella gozosa y poética reunión de hermosas damas y caballeros, donde rebosaba el ingenio y de la cual tanta gallarda invención ha salido. No llevaremos, sin embargo, nuestro afán de similitudes hasta comparar a D. Gaspar con Margarita de Valois.

Nadie pretenderá que la vista en el primer momento de su ejercicio, pueda comunicarnos ideas igualmente claras y exactas, que cuando con la experiencia nos hemos acostumbrado á comparar sus diferentes impresiones.

No se da un paso en geometría sin comparar; y esta comparacion se hace casi siempre interviniendo la idea de número.

Traía tranzados los cabellos con unas cintas blancas de hiladillo; pero tan largo el tranzado, que por las espaldas le pasaba de la cintura; el color salía de castaño y tocaba en rubio; pero, al parecer, tan limpio, tan igual y tan peinado, que ninguno, aunque fuera de hebras de oro, se le pudiera comparar.

No nos cabe duda que Thévenot publicó el alfabeto de Chirino, y al comparar ambos hemos notado que, en la obra del primero, aparecen las letras con una forma algo caprichosa, sobre todo las consonantes g t y la vocal a. Estas letras, tales cuales las pone Chirino, no se diferencian mucho de las de los otros alfabetos, si se exceptua la g.

Pasará usted la vergüenza de ver que era vanidad muy grande creerse buena mucho antes de serlo, tomar por voces de Dios voces que la Santa llama del diablo... pero en estos pasajes no hay que detenerse.... No hay que comparar... hay que seguir leyendo... y cuando se haya vivido algún tiempo dentro de la disciplina sana... vuelta a leer, y cada vez el libro sabrá mejor, y dará más frutos.

Extraordinariamente grande fué el número de poetas, que, además de los indicados, escribieron en el reinado de Felipe IV y de Carlos II, así para el teatro de la corte como para los demás populares de España. «Nunca quizás, dice Bouterwek, ha habido ningún poeta dramático como Calderón, acompañado en su larga carrera de tantos rivales amigos é imitadores, porque justamente en el medio siglo en que escribió incansable para el teatro, aparecieron la mayor parte de las comedias españolas, más conocidas por su número que por su méritoNuestro historiador literario tuvo, sin embargo, una idea imperfecta é insuficiente de la riqueza cuantitativa del teatro español, puesto que se limita á nombrar sólo meramente una parte muy pequeña de los dramáticos más célebres; y al comparar estos pocos, que apenas componen la vigésima parte de los que se consagraban á escribir para el teatro en la misma época, en cuanto á su número y fecundidad con los franceses é italianos, ha de incurrir necesariamente, como lo hace, en grave error y notoria inexactitud.

7 Porque mi paladar hablará verdad, y mis labios abominan la impiedad. 8 En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida. 10 Recibid mi castigo, y no plata; y ciencia más que el oro escogido. 11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.

Palabra del Dia

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