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Mi compañera estaba empeñada en que no habia de ir, y yo empeñado en que no se habia de quedar, y ¡gracias al cielo! esta vez no se cumplió el refran que dice: pídele á Dios que sea bajo! Hago aquí mencion de este triunfo de un marido, porque un hecho tan raro bien merece la pena de que se mencione. Es que yo no hablo una palabra en francés, ¿qué papel haré en la tertulia?

Vos traés compañera objetó Podeley eso te cuesta para tu bolsillo... Cayé miró a su mujer, y aunque la belleza y otras cualidades de orden más moral pesan muy poco en la elección de un mensú, quedó satisfecho.

¡Oh! ¡en mal hora nacido yo, exclamó Miguel de Cervantes, que por donde quiera que voy, siguiéndome va como inseparable compañera la desventura! ¡Oh dichas entrevistas y con alegría de amor en esperanzas gozadas, y antes de ser tocadas, desvanecidas e imposibles!

Noche y día pienso en vos, y vuestra imagen no me deja sosiego; mi más hermoso sueño consiste en haceros la compañera de mi vida, para jamás apartarme de vos, buena y querida Marta. Al pronunciar estas palabras apasionadas, Mathys tomó la mano de la viuda.

Seis piezas de marmol que parece sirvieren de cerco al pilón de fuente del jardín de varios tamaños y todas de media vara de alto y medio palmo de grueso que por estar maltratadas parece se debieron quitar de su sitio. Una bola grande de jaspe sin compañera.

Con una poca costumbre, llegará usted a discernir los días en que hay que ser una compañera de fiesta y aquellos en que hay que resignarse a no ser mas que una esposa. Apuesto a que el señor Stowe es uno de estos egoístas risueños que quieren que todo el mundo sea feliz en el momento en que ellos están satisfechos de la vida, y que no toleran que nadie esté alegre si ellos están tristes.

Pronto la niña será mujer. ¡Cuál no será tu alegría cuando veas que su entendimiento comprende todas tus ideas y su corazón todo tu amor! »Entonces tendrás ya una amiga, una confidente, una compañera: más que todo eso, porque ningún sentimiento terrenal podrá mezclarse con ese amor mutuo que habrán de profesarse padre e hija.

Vamos, hijo mío, vamos; seguid siendo valiente y acordáos para serlo de que vuestra serenidad, vuestra paz exterior en estos momentos es la paz del alma, es la vida de la inapreciable compañera que os ha dado Dios; recoged todas vuestras fuerzas, preparáos y no hablemos más. Y tiró de don Juan. Algunas calles más allá se encontraron en la de Don Pedro.

De pronto se acordó de una cosa importantísima, y corrió a dar discretos golpecitos en la puerta de Jacobo; este, con su truhanesca sonrisa estereotipada sobre los labios, ocupábase en aquel momento en esconder en el último rincón de la maleta la babucha compañera de la regalada al tío Frasquito.

¡Julio! me dijo con la más perfecta y aristocrática urbanidad: ¡Fernanda! Y dándose vuelta y señalando a la más joven, repitió, como toda presentación: ¡Blanca! Me incliné reverenciosamente y al levantar los ojos, vi la imagen doble de mi compañera de teatro ¡dieciocho años ha!... Me parece que nosotros somos viejos amigos me dijo Fernanda.