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Actualizado: 20 de junio de 2025
Ella, sin duda, prevenida o amonestada por la madre, o por ventura obedeciendo al sentimiento de coquetería que reside en toda naturaleza femenina, mucho más si esta naturaleza es andaluza, no quiso ceder a aquella tácita insinuación mía. No se apartó un canto de duro de sus compañeras mientras paseamos. Y fue en vano que las llevase al parque, pues sucedió lo mismo.
Las madres, que tantos y tan diversos rostros de pecadoras habían visto entrar allí, no parecían dar importancia a la belleza de la nueva recogida. Eran como los médicos que no se espantan ya de ningún horror patológico que vean entrar en las clínicas. Hubo de pasar un buen rato antes de que la joven se serenase y pudiera cambiar algunas palabras con sus compañeras de lazareto.
¿Quién se lo ha dicho a usted? repuso vivamente, asiéndome por el cuello. ¡Oh! no sé nada. Prefiero esto, porque no sobreviviría a semejante golpe. Desde mi partida, desde hace tres meses, ha abandonado la Opera y nadie tiene noticias de ella. ¿Qué le han dicho sus compañeras? ¡Barbaridades!
Las señoritas que ya estaban en edad de afeitarse fingían rubor ante sus miradas audaces; pero las que no se veían objeto de la belicosa admiración se mostraban nerviosas, envidiando á sus compañeras. Pasó por entre estos guerreros, con toda la austeridad de su carácter universitario y sus opiniones antimilitaristas, el profesor Flimnap.
Las focas son tímidas, excelentes vecinas y mutuamente se defienden; sólo que en la época del celo, se apodera de ellas una especie de delirio y se baten. Cada macho es dueño de tres ó cuatro compañeras, que instala en tierra sobre una roca musgosa suficientemente grande. Aquél es su dominio, no permitiendo que nadie lo usurpe y haciendo respetar su derecho de ocupación.
CHADD. ¡Oh! ¡Ya está...! ¡Va a ser un exitazo...! ¡Me da lo mismo! ¡Cómo van a rabiar mis compañeras cuando me oigan hablar inglés...! ¿Va usted muchas veces al «Rey Dagoberto»? C
Sus compañeras fueron una tras otra desamparando la casa, la una porque encontró marido, la otra para ir á buscarse la vida en otro lado; ella sola continuó sirviendo á mi tía con una fidelidad canina, hasta la muerte de la buena señora.
Cierto es que, cuantas ideas ella se forjaba de antemano, estaban relacionadas con las de la fealdad y la vejez, a fuerza de oír decir a sus compañeras que su protector no podía ser más que un viejo gotoso, extravagante y contrahecho.
Yo me he visto a mí misma como si fuese ayer; jugando, niña inocente, entre las alamedas de Saint-Cloud; luego, más tarde ya, joven canonesa, rogando y cantando en el templo del cabildo de Salles, triste y pesarosa, cuando no emitía la voz como mis compañeras.
Permitían las madres a aquella recogida cierta latitud en la observancia de las reglas; se la dejaba sola con una o dos filomenas durante largo rato, bien en la sala de estudio, bien en la huerta; se le permitía ir al departamento de Josefinas, y como tenía habitación aparte y pagaba buena pensión, gozaba de más comodidad que sus compañeras de encierro.
Palabra del Dia
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