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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Solía marcar el compás con la punta de un pie, azotando el suelo, y en los pasajes de mucha expresión, con suaves ondulaciones de todo el cuerpo, tomando por quicio la cintura.

Apeaos, y usad de vuestro compás de pies, de vuestros círculos y vuestros ángulos y ciencia; que yo espero de haceros ver estrellas a mediodía con mi destreza moderna y zafia, en quien espero, después de Dios, que está por nacer hombre que me haga volver las espaldas, y que no le hay en el mundo a quien yo no le haga perder tierra.

Era un vals el imperio, que andaba a compás, con mucho orden, al gusto del maestro de música. Hasta que una noche, cuando estaba el pájaro en lo mejor del canto, y el emperador lo oía, tendido en su cama de randas y colgaduras, saltó un resorte de la máquina del ruiseñor; como huesos que se caen sonaron las ruedas, y paró la música. Se echó de la cama el emperador, y mandó llamar a un médico.

Julián se sentía tan muchacho y contento como el santo bendito, y salía ya a gozar el aire libre, acompañado de don Eugenio, cuando en el corro de los bailadores distinguió a Sabel, lujosamente vestida de domingo, girando con las demás mozas, al compás de la gaita. Esta vista le aguó un tanto la fiesta. Era a semejante hora la rectoral de Naya un infierno culinario, si es que los hay.

Y embozándose en su capa, miró un triste reloj, que contaba con tristísimo compás la vida en el testero de la sala. No abráis á nadie: cuidado, cuidado con la puerta. Echad todos los cerrojos. Cuando venga mi sobrino, dadle algo que comer y que me aguarde. ¿Pero cómo va usted á salir con esos alborotos? dijo Clara con temor. No nos deje usted solas: tenemos mucho miedo.

No creyendo a mis ojos la miré y remiré, sin convencerme de que era realidad lo que ante tenía. Aquel vestido no era vestido, sino una informe hilacha que se deshacía al compás de los movimientos del individuo. La capa no era capa sino un mosaico de diversas y descoloridas telas; pero tan mal hilvanadas que el aire se entraba por las mil puertas, ventanas y rejas, obra de la tosca aguja.

Al mismo tiempo los objetos que le rodeaban, el armario, la cama, el lavabo, los bastones arrimados a la esquina, le aparecían de un tamaño diminuto. Creyó sentir dentro del cerebro el ruido de una maquinaria de reloj en movimiento, un volante que giraba con velocidad y un martillo que caía a compás con ruido metálico. El martillo cesó, y siguió el volante girando.

Salió el deseo de compás, y el paso de la imprudente virgen solicita por su gusto su muerte; ved qué historia: que a entrambos en un punto, ¡oh estraño caso!, los mata, los encubre y resucita una espada, un sepulcro, una memoria.

Pero, como vosotros, seguimos el compás; nos encontramos entre la espada y la pared: ó ustedes nos echan ó nos echa el gobierno. El gobierno manda, y quien manda, manda, ¡y cartuchera al cañon! De eso se puede inferir, observó Isagani con amarga sonrisa, ¿que el gobierno quiere nuestra desmoralizacion? Oh, no, ¡yo no he querido decir eso!

A compás del montaje del solitario, Kassim recibió sobre su espalda trabajadora cuanto ardía de rencor y cocotaje frustrado en su mujer. Diez veces por día interrumpía a su marido para ir con el brillante ante el espejo. Después se lo probaba con diferentes vestidos. Si quieres hacerlo después... se atrevió Kassim. Es un trabajo urgente. Esperó respuesta en vano; su mujer abría el balcón.

Palabra del Dia

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