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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Los empleados, los comerciantes peninsulares, todos cuantos van de España á Cuba no se cansan jamás de enviar dinero de Cuba á España. En su afán de ponderar lo que cuesta á Cuba el ser española, pone y suma el Sr. Merchán los sueldos principales del alto clero y de los funcionarios militares y civiles; pero no logra elevarse en esta suma por cima de doscientos mil duros.
Después de desembarcar, la memoria admirable de Bautista indicó las personas a quienes tenían que visitar en este pueblo. Eran tres o cuatro comerciantes. Los buscaron, firmaron las letras, compraron los viajeros dos caballos, se agenciaron un salvo-conducto; y por la tarde, después de comer, Martín y Bautista se encaminaron por la carretera de Cestona.
Pueden dormir tranquilos, pues, nuestros labradores, industriales y comerciantes.
Anoche, que nos encontrábamos con un toro negro. Pues eso quiere decir que descubriremos un tesoro escondido... Mira tú, ¿quién nos dice que en esta casa antigua, que habitaron en otro tiempo comerciantes ricos, no hay dentro de tal pared o tabique alguna olla bien repleta de peluconas?
Lo probable sería que, en este hurto hecho al Tesoro, saliesen ganando los comerciantes y contrabandistas ciento cuarenta millones y que los empleados se contentasen con sesenta y con enviarlos á España. Pero como estos sesenta millones no lucen ni parecen por aquí, yo me atrevo á presumir que son fantásticos.
Los otros pueblos poseen cierto número de vacas, algunos rebaños de ovejas y unos cuantos caballos mulas y burros; pero están muy distantes todas estas poblaciones de tener lo suficiente en ganados para proveer á sus necesidades, así es que se ven obligadas á comprar algunos mas á los comerciantes que van á la provincia.
Al lado de él, como si la afinidad de gustos les impusiese este contacto, se sentaban los tres comerciantes españoles. Más allá, el conferencista italiano levantó la cabeza y descansó un libro en las rodillas para saludar a Ojeda. Cerca del fumadero, la madre de Nélida pareció acariciarle con sus ojos de brasa y el padre le gratificó con una sonrisa protectora.
En Daraga, como ya hemos dicho, hay establecidos ricos comerciantes cuyo tráfico se circunscribe á la bandala ó sea el abacá, filamento del que extensamente nos ocuparemos en otro lugar. La hospitalidad que se dispensa en Daraga no tiene límites, y si á relatar fuéramos nombres y atenciones de que fuimos objeto mientras permanecimos en aquel pueblo, llenaríamos no pocas cuartillas.
Los Geraumont no son de nuestra sociedad respondió la de Brenay desdeñosa. ¡Ah! respondió sencillamente la abuela, que, a pesar de ser aiglemontesa, no admite tan sutiles distinciones. ¿Y usted, señora? preguntó a la de Aimont. No me halaga el exponerme a bailar con los proveedores respondió ésta. Es un baile de comerciantes, de modo que...
Lo demás había parado en manos de Serafina, ya en forma de regalos, ya en dinero, pues cierta clase de gastos indispensables no había tenido valor para hacerlos por sí mismo, temiendo que el secreto de sus amores pudiera ser conocido y divulgado por los comerciantes. ¿Con qué cara iba él a pedir en una tienda de su pueblo polvos de arroz de los más finos, ligas de seda, medias bordadas y pantalones de mujer con el jaretón por aquí o por allá?
Palabra del Dia
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